La Festa del Comerç Just reivindica el consum responsable, a Montbui

Aquesta setmana és el torn de la Festa del Comerç Just i la Banca Ètica a Santa Margarida de Montbui. La festa va començar la setmana passada a diferents poblacions catalanes. És una jornada lúdica i educativa que vol potenciar el coneixement dels valors i les propostes del Comerç Just i les finances ètiques, així com un model de consum més responsable. I ho fa mitjançant accions de caràcter festiu i divulgatiu, i amb la venda de productes de Comerç Just.

A Santa Margarida de Montbui la jornada l’organitza el grup Baula-Comitè Óscar Romero, que instal·larà una paradeta al mercat municipal, al llarg del matí. Consumir menys i amb més criteri, és un dels missatges que volen donar els organitzadors per mitjà de les informacions recollides al diari de la festa. També volen animar a escollir, sempre que es pugui, productes de comerç just i ecològics, rebutjant aquells que no compleixen amb l’ètica social. I per això donaran a conèixer alguns d’aquests productes, amb la col·laboració de Càritas, que en ven habitualment a la botiga “De mà en mà”, al carrer Sor Rita Mercader,16 d’Igualada.

La Festa del Comerç Just i la Banca Ètica se celebra d'ençà l'any 2000 a la ciutat de Barcelona, però l’èxit de convocatòria, any rere any, ha fet possible estendre la inicitiava arreu de Catalunya. Aquest any 2008, hi participen 85 poblacions.

Els organitzadors de la Festa del Comerç Just i les finances ètiques ens recorden que les nostres decisions individuals tenen efectes positius a nivell global. I és això el que busca aquesta forma alternativa de comerç: aconseguirc unes relacions comercials més equitatives entre els països enriquits i els països empobrits.

Motines del hambre

IGNACIO RAMONET

Ya son más de treinta y siete los países en los que la inseguridad alimentaria ha provocado protestas. Las primeras tuvieron lugar en México el año pasado por el aumento exagerado del precio del maíz. También en Myanmar (antigua Birmania) la insurrección de los monjes, en septiembre de 2007, comenzó por manifestaciones de descontento contra la carestía de los alimentos. Y en las últimas semanas hemos asistido a tumultos en diversas ciudades de Egipto, Marruecos, Haití, Filipinas, Indonesia, Pakistán, Bangladés, Malasia y sobre todo de África Occidental (Senegal, Costa de Marfil, Camerún y Burkina Faso).

Son rebeliones de los más pobres y limitadas al ámbito urbano. El campesinado, por el momento, no se ha amotinado, y las clases medias no se han sumado al alboroto. Pero lo harán si los precios de la comida siguen aumentando. Y éstos subirán pues lo paradójico de la situación es que nunca la producción agrícola había sido tan abundante. O sea que la carestía actual no se debe a la penuria, sino a otros factores. Habrá pues nuevos amotinamientos por hambre y durante un largo periodo. Que se traducirán por nuevas oleadas de emigración. Pues la comida representa hasta el 75% de los ingresos de las familias de países pobres, contra un 15% en los países ricos.

Para prevenir las próximas algaradas, algunos Gobiernos ya han multiplicado las medidas: Kazajistán ha suspendido todas sus exportaciones de trigo, Indonesia ha decidido limitar las de arroz, Filipinas ha declarado la guerra a los especuladores, y Argentina, Vietnam y Rusia han restringido sus ventas de trigo, arroz y soja al extranjero.

Pero los precios siguen en alza. Desde marzo de 2007, el valor de los productos lácteos ha subido un 80%, el de la soja un 87%, y el del trigo, un 130%. El Banco Mundial, que no está exento de responsabilidad, afirma que estos aumentos han empujado al abismo de la miseria a más de cien millones de habitantes de los países pobres. Y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola estima que por cada aumento de 1% del coste de los alimentos de base, 16 millones de personas se ven sumergidas en la inseguridad alimentaria. Lo cual significa que 1.200 millones de seres humanos podrían padecer hambre crónica de aquí a 2025.

¿Por qué aumentan los precios de la comida? Esencialmente, por cuatro razones. Primero porque la elevación del nivel de vida de países como China, la India y Brasil ha modificado los hábitos alimentarios. Se consume más carne, luego hay que criar más ganado. El cual consume una parte importante de las cosechas de cereales. Las nuevas clases medias comen más veces a la semana carne de pollo y de cerdo, y estos animales se nutren a base de soja y de maíz. Como la población mundial va a seguir creciendo y el poder adquisitivo de muchas personas va a continuar elevándose, se producirá un cambio estructural. El ecologista Lester Brown lo anuncia: "Cuando los chinos consuman tanta carne como los estadounidenses, absorberán el 50% de los cereales del mundo".

Segundo, porque una parte de la producción alimentaria (caña de azúcar, girasol, colza, trigo, remolacha) se destina ahora a la producción de agrocarburantes. Las tierras y los cultivos que se dedican a esa actividad ya no dan alimentos para los seres humanos. Y esto también se va a agravar. La Unión Europea ha decidido que un 10% del total de hidrocarburos consumidos de aquí a 2020 deben ser agrocarburantes. Y el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, pide que sea un 15%, de aquí a 2017. A tal punto que países con déficit alimentario como Senegal o Indonesia han resuelto producir agrocarburantes en vez de vegetales comestibles. Responsable en parte de esta situación, el Fondo Monetario Internacional afirma que entre un 20% y un 50% de las cosechas mundiales de maíz y de colza ya están siendo desviadas para elaborar carburantes.

Tercero, porque el estallido de los precios del petróleo -por encima de 115 dólares el barril- encarece el coste de los transportes, en particular el del traslado de los artículos del agro y por consiguiente el valor de los alimentos.

Cuarto, por efecto de la especulación financiera. Huyendo de la crisis de los subprime , los fondos de inversiones apuestan en este momento por los productos alimentarios: soja, trigo, arroz, maíz. Son valores refugio. Los fondos compran y almacenan apostando por el alza. Como los acaparadores de siempre, los nuevos especuladores no dudan en enriquecerse con las hambrunas que ellos mismos contribuyen a crear. Se estima que la especulacion está causando un 10% de las subidas de los alimentos.

Los países ricos se comprometieron hace tiempo a consagrar el 0,7% de su Producto Interior Bruto al apoyo de los países pobres. Muy pocos han cumplido esa promesa. En su conjunto, el año pasado la ayuda disminuyó un 8,4%. ¡Y la asistencia a la agricultura de los Estados del Sur bajó, en los últimos veinte años, un 50%! ¿Cómo extrañarse de la proliferación de los motines? ¿A qué se espera para crear, por fin, un gran Fondo Mundial contra el Hambre?

La memoria liberadora de Gerardi

Mireia Rubio
El día 26 de abril se cumplirán diez años del asesinato de Monseñor Gerardi, en Guatemala. Una década después todavía no se han aclarado algunos aspectos sobre su muerte. Dos ex militares y un sacerdote católico están en prisión acusados de complicidad y encubrimiento, pero todavía se desconoce la identidad de los instigadores. Decía el mismo Gerardi que conocer la verdad duele, pero que sin duda es una acción altamente saludable y liberadora. ¡Ojalá algún día se pueda hacer justicia!

Lo que sí sabemos es quien era Juan José Gerardi Conedera. Y no sólo para la población campesina e indígena de Guatemala. Gerardi, al igual que Monseñor Óscar Romero en El Salvador o Leonidas Proaño en el Ecuador, fue mucho más que un sacerdote y un obispo; fue un militante comprometido con la justicia y los derechos humanos. Su testimonio es el de una persona de paz, y su apuesta, la de nadar contra corriente incluso dentro de la propia iglesia, fue firme.

Nacido en Guatemala en el año 1922 y con una temprana vocación sacerdotal caminó, desde su ordenación, a lado de los más pobres. Después de los primeros veinte años de tarea pastoral en las zonas más desfavorecidas del interior del país, sirvió también en Ciudad de Guatemala y pasó a formar parte de la curia diocesana, primero con Monseñor Rosell y después con Monseñor Cesariego. En 1967 fue ordenado obispo de La Verapaz, una diócesis bastante pobre, donde su prioridad fue la población indígena. Los retos, sin embargo, aumentan en 1974 con su elección como obispo del Quiché, donde le tocó vivir la época más dura de la guerra; las situaciones más difíciles y la mayor espiral de violencia entre 1980 y 1983.

Hay dos nombres que no tendríamos que olvidar tampoco de esta indigna crónica histórica: los de los generales Romeo Lucas García y sobre todo el de Efraín Ríos Montt; dos gobernantes sanguinarios que combatieron a la guerrilla al mismo tiempo que atacaban ferozmente los movimientos sociales, descargando su violencia contra los líderes comunitarios. Así lo demostraría años después, Monseñor Gerardi con el informe del REMHI, el proyecto de Reconstrucción de la Memoria Histórica "¡Guatemala nunca más"!; un proyecto que le costó la vida, pero gracias al cual continúa viva la denuncia del horror y la memoria de centenares de miles de víctimas, muertas o desaparecidas durante la guerra civil en Guatemala (1960-1996).
Monseñor Gerardi llegó a ser presidente de la Conferencia Episcopal Guatemalteca y ni las amenazas, ni el exilio obligado al que lo condenaron durante dos años, negándole la entrada al país cuando regresaba de un congreso en el Vaticano, no lo doblegaron nunca. En 1988 participa en la Comisión Nacional de Reconciliación e impulsa la creación de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado (ADHO) que hoy continúa su tarea. Es en este contexto que Gerardi empieza a dedicarse al informe REMHI recogiendo por medio de testimonios el coste social y político del terror de Estado, convencido de que la paz y la reconciliación sólo pueden llegar de la mano de la verdad.

Y por eso, el día 26 de abril de 1998, en la casa parroquial de la iglesia de San Sebastián, es asesinado brutalmente y silenciado para siempre. No sabían, sin embargo, los asesinos que un clamor como el de Monseñor Gerardi puede resonar en el alma y la conciencia proporcionándonos la energía necesaria para continuar con su tarea.

Ahora que se cumplen diez años, cuando hemos sabido que que el juicio para aclarar su muerte también ha sido marcado por las amenazas a jueces, abogados, fiscales... cuando se demuestra que la herida continúa abierta, pero cuando ya podemos hablar de crimen de Estado... justo ahora nos llegan noticias de nuevas amenazas, esta vez al obispo Álvaro Ramazzini, otro gran defensor de los más pobres. Y todo ello nos obliga a renovar cada día nuestro compromiso con Gerardi, con Romero y con tantas mujeres y hombres de paz que han luchado para acabar con cualquier forma de violencia y que han gritado "nunca más" antes de dejar la vida.

¿Cuánto cuesta una puesta de sol?

Leonardo Boff

Un gran empresario estadounidense, estando en Roma, quiso mostrarle a su hijo la belleza de una puesta de sol en las colinas de Castelgandolfo. Antes de situarse en un buen ángulo, el hijo preguntó al padre: “papá, ¿dónde se paga?”.

Esta pregunta revela la estructura de la sociedad dominante, asentada sobre la economía y el mercado. En ella se paga todo -también una puesta de sol- todo se vende y todo se compra. Según hizo notar ya en 1944 el economista estadounidense Polanyi, en ella se operó la gran transformación al conferir valor económico a todo. Las relaciones humanas se transformaron en transacciones comerciales y todo, realmente todo, desde el sexo a la Santísima Trinidad , se vuelve mercancía y oportunidad de lucro.

Si quisiéramos calificarla diríamos que esta es una sociedad productivista, consumista y materialista. Es productivista porque explota todos los recursos y servicios naturales buscando el lucro y no la conservación de la naturaleza. Es consumista porque si no hay un consumo cada vez mayor tampoco hay producción ni lucro. Es materialista porque su centralidad es producir y consumir cosas materiales y no espirituales como la cooperación y el cuidado. Está más interesada en el crecimiento cuantitativo -cómo ganar más- que en el desarrollo cualitativo –cómo vivir mejor con menos, en armonía con la naturaleza, con equidad social y sostenibilidad socio-ecológica-.

Cabe insistir en lo obvio: no hay dinero que pague una puesta de sol. No se compra en la bolsa la luna llena «que sabe de mi largo caminar». La felicidad, la amistad, la lealtad y el amor no están a la venta en los centros comerciales. ¿Quien puede vivir sin esos intangibles? Aquí no funciona la lógica del interés, sino la de la gratuidad, no la utilidad práctica sino el valor intrínseco de la naturaleza, del cálido paisaje, del cariño entre dos enamorados. En esto reside la felicidad humana.

Alguien tan fuera de sospecha como Daniel Soros, el gran especulador de las bolsas mundiales, confiesa en su libro La crisis del capitalismo global (1998): “una sociedad basada en transacciones solapa los valores sociales; estos expresan un interés por los demás; presuponen que el individuo pertenece a una comunidad, sea una familia, una tribu, una nación o la humanidad, cuyos intereses tienen preferencia frente a los intereses individuales. Pero una economía de mercado es todo menos una comunidad. Todos deben cuidar de sus propios intereses y maximizar sus lucros con exclusión de cualquier otra consideración”.

Una sociedad que decide organizarse sin una ética mínima, altruista y respetuosa de la naturaleza, está trazando el camino de su propia autodestrucción.

No es de extrañar entonces que hayamos llegado adonde hemos llegado, al calentamiento global y a la aterradora devastación de la naturaleza, con amenazas de extinción de amplias porciones de la biosfera y, en último término, hasta de la especie humana.

Sospecho que al no romper con el paradigma productivista/consumista/materialista en dirección al cultivo del capital espiritual y al sostenimiento de toda la vida con un sentido de pertenencia mutua entre la tierra y la humanidad, podemos encontrarnos con la oscuridad.

Debemos intentar ser, por lo menos un poco, como la rosa cantada por el poeta místico Angel Silesius (+1677): “la rosa existe sin un porqué: florece por florecer, no se preocupa de sí misma ni pide ser mirada”(aforismo 289). Esa gratuidad es uno de los pilares del nuevo paradigma salvador.

- 04-Abril-2008