Las raíces de la guerra de Afganistán


Vicenç Navarro
Sistema

El nuevo Presidente de EE.UU., el Sr. Barack Hussein Obama, ha indicado que una de sus intenciones es pedir a sus aliados de la NATO que aumenten su contribución a la guerra del Afganistán. De ahí la urgencia de que la población española esté informada sobre el origen de aquel conflicto. Por desgracia, la gran mayoría de los medios de información españoles han dado una versión sesgada de lo ocurrido en aquel país.

La primera vez que Afganistán apareció en los medios de información españoles fue en los años ochenta cuando tales medios se refirieron a la intervención de EE.UU. para parar la invasión de aquel país por parte de la Unión Soviética. Afganistán corría el peligro de transformarse en una colonia más del imperio soviético, lo cual fue impedido por la intervención estadounidense en apoyo a las fuerzas de liberación que luchaban en contra de un gobierno títere, satélite del existente en la Unión Soviética. Esta es la versión más generalizada de lo que ocurrió en Afganistán en la década de los años ochenta y después.

La segunda vez que Afganistán apareció en tales medios fue cuando, menos de un mes después del ataque a las Torres Gemelas de Nueva York el 11 de Septiembre de 2001, las fuerzas armadas de EE.UU. atacaron el régimen talibán existente en aquel país, provocando su caída y sustitución por un gobierno, nombrado en la práctica por el gobierno federal de EE.UU. Hasta aquí la versión oficial, reproducida en los medios de información y persuasión españoles. Tales versiones, sin embargo, (y muy en particular la primera) no se corresponden con la realidad. Y es de una enorme importancia y urgencia que se corrija tal versión, dando a conocer la historia real de aquellos hechos. Existen varios libros que han informado críticamente de la versión de los hechos promovida por los medios de persuasión e información dominantes en EE.UU. y Europa. Entre ellos destaca el informe Afganistán, Another Untold Story, de Michael Parenti, publicado en Znet.

¿QUÉ PASÓ EN AFGANISTÁN?

Afganistán, uno de los países más pobres del mundo, estuvo regido hasta la década de los años setenta por un sistema feudal en el que el 75% de la tierra era propiedad del 3% de la población rural. Era un sistema basado en una enorme explotación, causa de la enorme pobreza de su población. Pero donde hay explotación suele haber también resistencia. Y en los años sesenta las fuerzas opositoras a aquel régimen feudal (gobernado por una monarquía) establecieron el Partido Democrático Popular (PDP) que lideró la resistencia que forzó el derrocamiento de la Monarquía en 1973, siendo ésta sustituida por un gobierno que fue, además de ineficaz, corrupto, autocrático y poco popular. El PDP había tenido la fuerza para exigir la destitución y abdicación del Rey pero no había tenido la suficiente fuerza para cambiar el régimen. La insatisfacción con el régimen, sin embargo, alcanzó tal nivel que en el año 1978 hubo gran número de movilizaciones populares que forzaron la dimisión del gobierno. Y parte del Ejército no resistió tales movilizaciones. Antes al contrario, las apoyaron, estableciéndose así el primer gobierno popular dirigido por el PDP y liderado por un poeta y novelista nacional, Noor Mohammed Taraki, (el García Márquez de Afganistán). El PDP fue el partido gobernante que inició gran número de reformas incluyendo la legalización de los sindicatos, el establecimiento de un salario mínimo, una fiscalidad progresiva, una campaña de alfabetización, y reformas en las áreas sanitarias y de salud pública que facilitaron el acceso de la población a tales servicios. En las áreas rurales, facilitó el establecimiento de cooperativas agrícolas. Una reforma que también tuvo un enorme impacto fue la de favorecer la liberación de la mujer, abriendo la educación pública a las niñas además de a los niños, y facilitando la integración de la mujer al mercado de trabajo y a la universidad. Como escribió el diario San francisco Chronicle (17 de Noviembre de 2001) “bajo el gobierno PDP, las mujeres estudiaron agricultura, ingeniería y comercio en la Universidad. Algunas mujeres tuvieron puestos en el gobierno y siete de ellas fueron elegidas al Parlamento. Las mujeres conducían coches, viajaban libremente y constituían el 57% de los estudiantes universitarios”. El profesor John Ryan de la Universidad de Winnipeg, experto en economía agrícola y conocedor de Afganistán ha indicado que la reforma agraria iniciada por aquel gobierno tuvo un enorme impacto en el bienestar de las poblaciones rurales. Tal gobierno eliminó también el cultivo del opio (Afganistán producía el 70% del opio consumido para la producción de heroína).

Ahora bien, tales reformas generaron unas enormes resistencias por parte de aquellos grupos cuyos intereses estaban siendo afectados negativamente. Entre ellos, tres grupos dirigieron la oposición. Uno fueron los terratenientes propietarios de grandes explotaciones agrícolas; el otro fueron los líderes religiosos, que se opusieron por todos los medios a que las mujeres se emanciparan; y un tercer grupo fueron los traficantes de opio. En ayuda de tales grupos vinieron Arabia Saudí, el estado fundamentalista que aporta ayuda a los fundamentalistas islámicos; el Ejército del Pakistán, temeroso que las reformas afganas contaminaran a las clases populares del propio Pakistán y, como no, el gobierno federal de los Estados Unidos.

¿POR QUÉ EL GOBIERNO FEDERAL DE EEUU?

Hay que subrayar que incluso la CIA, la agencia de espionaje del gobierno federal de EE.UU. había reconocido el carácter popular y autónomo del PDP y nunca (durante el periodo que tal fuerza política batalló en contra del régimen feudal) se refirió al PDP como “agente de Moscú”. Era plenamente consciente que tal fuerza política respondía a una demanda propia que tenía su propia independencia y autonomía. A pesar de ello, y antes de que la Unión Soviética interviniera en Afganistán, el gobierno federal de EE.UU. estaba financiando las fuerzas extremistas y fundamentalistas afganas que estaban intentando sabotear las reformas que el gobierno PDP (incluyendo las escuelas públicas en las zonas rurales que educaban a las niñas). El señor Brzezinski, del Consejo Nacional de Seguridad del Presidente Carter, ha admitido que el gobierno estadounidense financió a las guerrillas extremistas que realizaron tales actos de sabotaje, quemando, por ejemplo, las escuelas públicas. Es más, el gobierno federal de EE.UU. alentó un golpe miliar en contra del gobierno PDP que tuvo lugar brevemente en 1979 y que asesinó a Tarak y a miles de dirigente del PDP antes de que militares próximos al PDP retomaran el poder.

La hostilidad del gobierno federal de EE.UU. hacia las reformas del gobierno PDP se basaba, en parte, en la oposición del gobierno de EE.UU. hacia la nacionalización de la tierra y otras intervenciones que entraban en conflicto con el ideario del gobierno federal estadounidense, reformas que, además, contaban con el asesoramiento de técnicos procedentes de la Unión Soviética. El gobierno de EE.UU. estaba preocupado por la posible expansión de la influencia soviética. Detrás de tal apoyo había un anticomunismo fundamentalista, reflejado en la figura de Brzezinski (un polaco anticomunista fundamentalista), que consideraba que el objetivo fundamental de la política exterior de EE.UU. debiera ser eliminar la influencia de la Unión Soviética en el mundo, a costa de lo que fuera, incluyendo a costa de apoyar algunas de las fuerzas más retrógradas y reaccionarias existentes en el mundo, como eran los fundamentalistas musulmanes afganos.

La alianza de EE.UU., Arabia Saudí y Pakistán era enormemente poderosa y amenazaban la continuidad del gobierno del PDP. De ahí que el gobierno pidiera ayuda a la Unión Soviética, ayuda que fue rechazada en varias ocasiones, hasta que por fin, el gobierno de la URSS aceptó enviar fuerzas armadas en ayuda del Ejército Afgano (leal al PDP) que estaba en contra de las guerrillas fundamentalistas de Mojahidden (Islamic guerrilla fighters) apoyadas por EE.UU., Arabia Saudí y Pakistán.

LA ENTRADA DEL EJÉRCITO SOVIÉTICO EN AFGANISTÁN

Por fin, en 1979, el gobierno de la Unión Soviética aceptó la petición del gobierno PDP de enviar tropas en ayuda del ejército en contra de aquella movilización de fuerzas internacionales que estaban cuestionando su estabilidad y viabilidad. En parte esto era también lo que deseaba el gobierno federal de EE.UU. pues inmediatamente se tomó tal invasión como excusa para movilizar el mundo musulmán en contra del apoyo de la URSS a un gobierno lacio, progresista y deseoso de modernizar el país. EE.UU. y Arabia Saudí, las fuentes de la reacción, gastaron 40 billones de dólares en apoyo de los Mojahidden, a los cuales se unieron 100.000 musulmanes fundamentalistas procedentes del Pakistán, Arabia Saudí (incluido Bin Laden), Irán y Argelia, armados y asesorados por la CIA.

Diez años más tarde las tropas soviéticas abandonaron Afganistán. La guerra, sin embargo, continuó tres años, período en el que el gobierno PDP continuó siendo popular, y ello a pesar de los enormes destrozos de la infraestructura del país, resultado de la gran hostilidad de la alianza reaccionaria. Incluso después del colapso de la URSS, el gobierno continuó gobernando un año más, a pesar de no recibir armas que pudiera utilizar para defenderse de las fuerzas extremistas apoyadas por los gobiernos de EE.UU., Arabia Saudí y Pakistán. Una vez más, tal como ocurrió en la República Española, la falta de armas fue la causa de que la oposición venciera aquel conflicto, iniciándose un gobierno de los Mujahidden que iniciaron una enorme represión, pillaje, con ejecuciones en masa, cerrando las escuelas públicas, oprimiendo a las mujeres en campañas de violación sistemática, destruyendo las zonas urbanas. En un informe de Amnistía Internacional del 2001 esta acusó a los Mujahidden de “violar sistemáticamente a las mujeres como manera de aterrorizar a las mujeres y a la población, y como recompensa a las tropas”. El gobierno inició de nuevo el comercio del opio, con la ayuda de los servicios de inteligencia paquistaníes y de la CIA (que trabajaron conjuntamente, en apoyo de los mujahidden) convirtiendo Afganistán en el mayor productor de heroína del mundo. Varias de las fuerzas militares Mujahidden dejaron Afganistán y fueron a luchar a Algeria, Chechenia, Kosovo y Cachemira iniciándose así la red terrorista en defensa del fundamentalismo musulmán.

Una fracción de los Mujahidden fueron los talibanes, el grupo más fundamentalista de tal alianza, que por su fanatismo, disciplina y crueldad se impusieron acabando con gobernar amplias zonas del país y por último tomaron el poder. Prohibieron la música, las escuelas, la educación lacia, las bibliotecas y cualquier síntoma de modernización. Establecieron orden, ejecutando a todos aquellos que creaban desorden desde oponentes políticos a ladrones comunes. Impusieron las Burkas como vestimenta a las mujeres y prohibieron a los hombres que se afeitaran. Mujeres fueron privadas de derechos, incluido el de educarse, y aquellas que fueron consideradas inmorales eran apedreadas y quemadas vivas. Por otra parte terminaron las violaciones de las mujeres por los Mujahidden y también la producción de opio. Este gobierno talibán contó con el apoyo del gobierno federal del Presidente Clinton. Según Ted Rall (“it is about oil”. San Francisco Chronicle. Nov.2, 2001), el gobierno de EE.UU. pagó hasta el año 1999 el salario de los funcionarios talibanes y no fue hasta el año 2001, cuando a raíz del ataque a las torres gemelas, que el presidente Bush -a fin de movilizar el apoyo de la población estadounidense al bombardeo de Afganistán- denunció el tratamiento de las mujeres en Afganistán. Más tarde, incluso la señora Laura Bush se convirtió en feminista y denunció tales abusos. El 11 de Septiembre significó el fin de la alianza talibán-U.S. y la caída del gobierno talibán sustituido en Diciembre 2001 por otra facción pro-US de los Mujahidden que inició la lucha contra los talibán. La producción de opio apareció de nuevo.

Una pregunta que exige respuesta es ¿cómo podía EE.UU. apoyar al gobierno talibán, sabiendo de su apoyo a Bin Laden y al grupo de terroristas (que había sido financiado en su origen por EE.UU.)? ¿Cómo es que el gobierno talibán nunca había sido declarado “un gobierno que apoyaba el terrorismo”? Una de las razones es que de haber hecho esto hubiera significado que las compañías pretolíficas estadounidenses no pudieran haber firmado un acuerdo con el gobierno talibán para construir un oleoducto que permitiera el transporte del petróleo de Kazajstán y Turkmenistán al Océano Índico. En realidad, el apoyo hubiera continuado de no haber ocurrido el 11 de Septiembre. Y desde entonces la historia es bien conocida.

En todo este proceso, se ha olvidado de que si se hubiera permitido que el gobierno PDP hubiera hecho las reformas que el país necesitaba, no habría habido “invasión” soviética de Afganistán, no habría habido guerra de Afganistán, no hubiera habido Bin Laden y Al Quaeda y no hubiera habido un 11 de Septiembre. Y es esta precisamente la verdad que se oculta. La historia habría seguido otros derroteros. Probablemente habría surgido Al Quaeda, pero el lugar y el formato habrían sido diferentes. En el fondo del conflicto está la resistencia del gobierno federal de EE.UU. (y sus aliados y muy en especial Arabia Saudí), y su oposición a las reformas progresistas y laicas. Ni que decir tiene que existen otras causas de la existencia del terrorismo islámico. Pero esta resistencia hacia las reformas necesarias y urgentes lideradas por grupos laicos y progresistas es una de las causas más importantes. La oposición a la enorme explotación que existe en el mundo musulmán se ha canalizado a través de fuerzas enormemente reaccionarias en las que el fundamentalismo religioso se ha promovido para parar las movilizaciones populares laicas que habrían reducido y eliminado tal explotación.

¿Cuál es la responsabilidad del gobierno español y de la UE en el genocidio de Gaza?


Pascual Serrano / Rebelión

Es muy frecuente que el ciudadano de la calle se considere impotente ante acontecimientos internacionales por indignantes que le parezcan; esa impotencia se acompaña igualmente de un sentimiento de irresponsabilidad ante lo sucedido: al fin y al cabo no es su gobierno ni su ejército el que está tirando bombas contra inocentes. Si no tiene culpa y no puede hacer nada, su única opción es la resignación o, a lo más, acercarse a alguna de las manifestaciones convocadas. Pero estará equivocado, en este mundo globalizado pocas crisis se escapan a la corresponsabilidad de la comunidad internacional; el papel de los gobiernos europeos es importante y el sistema comercial y financiero del que formamos parte no es ajeno a nada de lo que sucede. Además, en democracia, los ciudadanos son responsables de las decisiones de sus gobiernos.

Una vez entendido esto, es el momento de analizar cuál ha sido el comportamiento del gobierno Zapatero y de la Unión Europea con respecto a las partes en conflicto. En primer lugar, podemos observar en el informe estadístico del Ministerio de Industria y Comercio (página 57), que España vendió a Israel armamento de Defensa por valor de 4.353.309 euros en el año 2007. De esa partida, 4.224.029 euros fueron para equipos de registro y proceso de imagen, formación de imágenes de infrarrojos o térmicos y sensores de imagen por radar. Por lo tanto, podemos deducir que los equipos militares de localización mediante infrarrojos sistemas térmicos y los sensores utilizados para alcanzar los mil muertos que hay en Gaza, el 42 % de ellos mujeres y niños según las autoridades sanitarias palestinas apoyadas por el coordinador de la ayuda humanitaria de las Naciones Unidas, se los ha proporcionado el gobierno español. Otra de las partidas vendidas, por 104.880 euros, es la destinada a “fusiles, carabinas, revólveres, pistolas, ametralladoras, silenciadores, cargadores y visores”, más otros 36.400 euros para municiones. Por lo que algunos de esos mil muertos probablemente han sido abatidos con armas y municiones enviadas por España. A todas estas exportaciones hay que añadirles otros casi seiscientos mil euros en material calificado de doble uso, civil o militar.

En cuanto a 2008, el último informe remitido por el gobierno al Congreso revela que en el primer trimestre del año se vendió a Israel material bélico por valor de 1.551.833 euros, prácticamente en su totalidad destinado a las Fuerzas Armadas. En esta ocasión, según fuentes militares, también era para “equipos de formación de imágenes de infrarrojos y térmicas, y equipo sensoriales de imagen por radar utilizados para la localización nocturna de objetivos” [1] , ademásde armas de cañón del tipo de fusiles, pistolas y ametralladoras.

A todo ello hay que añadir el papel de la Unión Europea, de la que España forma parte. Según las últimas estadísticas de Bruselas, en 2007 los Estados miembro autorizaron la exportación de armas a Israel por valor de 200 millones de euros [2] . Francia es, con mucho, el principal proveedor al Estado judío de armas europeas. Aunque existe un código de conducta de la UE sobre exportación de armas desde 1998, lo supervisa los Estados miembros, no Bruselas, de modo que cada país hace lo que quiere. Así, Bulgaria, Alemania, Polonia, Rumanía y Reino Unido exportaron a Israel armas pequeñas y munición. La República Checa, Alemania, Rumanía y Eslovenia suministraron a Israel "armas ligeras", esto es, aquellas que requieren de dos a tres personas para manejarlas, como bombas, torpedos o accesorios explosivos; y Bélgica, Francia y Rumanía enviaron aviones y material relacionado con ellos.

El portavoz de la Campaña contra el Comercio de Armas con sede en Reino Unido, Kaye Stearman, señaló desde su página web que “Naciones Unidas y observadores imparciales han documentado regularmente cómo las acciones militares de Israel han violado el derecho humanitario internacional. A pesar de que el propio Criterio Consolidado de Licencias de Exportación de Armas de la UE y Nacional de Reino Unido se supone que evalúa tanto el impacto que tienen las ventas de armas en la paz, la seguridad y la estabilidad regionales, como los antecedentes de respeto de los derechos humanos del país, parece que todo esto se ignora en el caso de Israel” [3] .

Lógicamente para que Israel pueda pagar todas esas armas necesita fondos. La UE es hoy el primer socio comercial de Israel, después de firmar en 1995 un Acuerdo de Asociación Económica Preferencial que entró en vigor en el año 2000. Dicho acuerdo, aplicado en el marco de la Política de Vecindad Euro-Mediterránea, se desarrolla a través de un Plan de Acción Común aprobado por ambas partes (Israel y la Unión Europea) y renovable cada tres años. Lo curioso es que ese tratado, en su artículo 2, establece la suspensión en el caso de que una de las partes vulnere los derechos humanos y el derecho internacional. A pesar de ello, ni el gobierno español ni autoridad ejecutiva alguna europea ha puesto en marcha dicha medida. Es más, en octubre de 2006 se firmó un acuerdo de cooperación militar entre la OTAN e Israel [4] , gracias al cual militares españoles viajaron en verano de 2007 a entrenarse a Israel [5] .

Ahora veamos el papel de la diplomacia española y europea. El 12 de enero, con 917 palestinos muertos, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra, denunciaba las “graves violaciones” de Israel en Gaza, pero lo hizo con la abstención de los representantes de la UE, esos mismos que, en cambio, sí votaban las condenas a Cuba cuando las proponía Estados Unidos en la anterior Comisión de Derechos Humanos. La resolución fue propuesta por los países árabes, africanos y asiáticos y aprobada con 33 votos a favor, trece abstenciones (los países europeos, Japón y Corea del Sur) y un voto en contra (Canadá). EEUU no forma parte de ese organismo.

El texto indicaba que el Consejo “condena firmemente las actuales operaciones militares israelíes [...] que han causado violaciones masivas de los derechos humanos del pueblo palestino y la destrucción sistemática de las infraestructuras palestinas” y también pedía que “se ponga fin al lanzamiento de cohetes contra civiles israelíes, que ha causado la muerte de cuatro civiles” [6] , aunque advertía de que los ataques israelíes habían causado alrededor de 900 muertos y 4.000 heridos, y esto parece que no gustó a los representantes europeos.

En cuanto a acciones diplomáticas individuales del gobierno español, ni siquiera se ha considerado llamar a consultas al embajador israelí. Países como Venezuela o Jordania han retirado a su embajador en Tel Aviv o expulsado al represente israelí.

La conclusión a la que podemos llegar es evidente: los europeos garantizamos la buena salud de la economía israelí mediante un acuerdo comercial preferencial, gracias al cual le vendemos armamento y entrenamos conjuntamente nuestros militares; después, nos negamos a condenarlo en la ONU. Ahora, vayamos a mirar las fotos de los niños palestinos muertos y nuestras manos.

Notas

[1] Público 10-1-2009

[2] EUobserver 7-1-2009

[3] Leigh Phillips. La Unión Europea exporta armas a Israel por valor de 200 millones de euros. EUobserver. 10-1-2009 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=78740

[4] Il Manifesto. 26-10-2006. Ver en español http://www.tlaxcala.es/pp.asp?lg=es&reference=1570

[5] Santiago González. España envía militares a Israel para entrenarse con los aviones espías comprados. CSCA 26-8-2007 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=55333

[6] Europa no es capaz de condenar las «graves violaciones» de Israel. Gara 13-1-2009 http://www.gara.net/paperezkoa/20090113/116230/es/Europa-no-es-capaz-condenar--graves-violaciones-Israel

Nos preguntaremos por qué odian tanto a Occidente


Breve censo ilustrativo del exquisito celo israelí por evitar víctimas civiles
The Independent

Traducido para Rebelión por LB

Así pues, una vez más Israel ha abierto las puertas del infierno a los palestinos. Cuarenta refugiados civiles muertos en una escuela de las Naciones Unidas, más otros tres en otra. No está mal para una sola noche de trabajo en Gaza del ejército que cree en la "pureza de las armas". Pero, ¿por qué deberíamos sorprendernos?

¿Acaso hemos olvidado a los 17.500 muertos -casi todos los civiles, la mayoría de ellos niños y mujeres- que dejó en 1982 la invasión israelí del Líbano? ¿O los 1700 civiles palestinos muertos en la masacre de Sabra-Chatila? ¿O la masacre de Qana (Canaán) de 1996, en la que los israelíes mataron a 106 civiles libaneses, más de la mitad de ellos niños, refugiados en una base de Naciones Unidas? ¿O la masacre de los refugiados de Marwahin a los que en 2006 los israelíes ordenaron salir de sus hogares para acto seguido asesinarlos a tiros desde un helicóptero artillado? ¿O los 1000 muertos de ese mismo año 2006 durante los bombardeos e invasión del Líbano, casi todos ellos civiles?

Lo realmente asombroso es que tantos líderes occidentales, tantos presidentes y primeros ministros y, mucho me temo, tantos editores y periodistas, hayan dado por bueno el viejo bulo de que los israelíes ponen mucho cuidado en evitar víctimas civiles. "Israel hace todo lo posible por evitar bajas civiles", volvió a recitar otro embajador israelí tan sólo unas horas antes de la masacre de Gaza. Y cada presidente y primer ministro que repite este embuste como pretexto para evitar un alto el fuego tiene sus manos chorreantes de sangre derramada durante la carnicería de la noche anterior. Si George Bush hubiera tenido el valor de exigir un alto el fuego inmediato 48 horas antes, esos 40 civiles, ancianos, mujeres y niños, aún estarían vivos.

Lo que pasó no solo fue vergonzoso. Fue abominable. ¿La palabra “crimen de guerra” es quizás una descripción demasiado fuerte? En realidad, ése es el nombre que daríamos a esta atrocidad si la hubiera cometido Hamas. Así pues, un crimen de guerra, me temo, lo fue. Después de haber informado sobre tantos asesinatos en masa perpetrados por los ejércitos de Oriente Medio -por las tropas sirias, por las tropas iraquíes, por las tropas iraníes, por las tropas israelíes- supongo que la reacción que cabe esperar de mí es el cinismo. Ahora bien, Israel declara estar librando por nosotros la guerra contra el "terrorismo internacional". Los israelíes dicen que están combatiendo en Gaza por nosotros, en nombre de nuestros ideales occidentales, en aras de nuestra seguridad y sujetándose a nuestras normas. De modo que también somos cómplices de la barbarie que se está inflingiendo a Gaza.

En mis crónicas he informado sobre las múltiples excusas que el ejército israelí nos ha condimentado en el pasado para justificar esos ataques. Dado que existe la posibilidad de que Israel vuelva a servírnoslas recalentadas en las próximas horas, examinemos aquí algunas de ellas: son los palestinos quienes han matado a sus propios refugiados; los palestinos han desenterrado cadáveres de los cementerios y los han plantado entre las ruinas; en última instancia los palestinos tienen la culpa de las muertes porque apoyan a una facción armada o porque palestinos armados han utilizado deliberadamente a inocentes refugiados como escudos humanos.

La masacre de Sabra y Chatila la ejecutó la Falange Libanesa, fuerza derechista aliada de los israelíes, mientras las tropas israelíes se quedaron mirando durante 48 horas sin mover un dedo para impedir la masacre, como lo puso de manifiesto la comisión de investigación que dictaminó sobre el caso. Cuando se culpó a Israel, el gobierno de Menachem Begin acusó al mundo de lanzar contra Israel un libelo de sangre. Cuando en 1996 la artillería israelí disparó proyectiles contra la base de la ONU en Qana los israelíes dijeron que en la base se escondían milicianos de Hezbolá. Mentira. Con respecto a los más de 1.000 muertos del año 2006 –esta guerra comenzó cuando Hezbolá capturó en la frontera a dos soldados israelíes-, los israelíes simplemente ignoraron los reproches que se les hacían, limitándose a atribuir a Hezbollah la responsabilidad de esas muertes. Israel dijo que los cadáveres de los niños que el fuego israelí mató en el curso de una segunda masacre en Qana pudieron haber sido transportados allá desde un cementerio. Mentira. Los israelíes nunca dieron ninguna explicación sobre la masacre de Marwahin, ocurrida después de que ordenaran huir a los habitantes de la aldea. La población obedeció las órdenes israelíes pero fueron atacados por un helicóptero artillado israelí. Los refugiados cogieron a sus hijos y los mantuvieron agrupados en torno a la camioneta en la que viajaban para que los pilotos israelíes pudieran ver que se trataba de personas inocentes. El helicóptero israelí los ametralló a todos a corta distancia. Sólo sobrevivieron dos, que fingieron estar muertos. Israel ni siquiera pidió disculpas.

Doce años antes, otro helicóptero israelí atacó a una ambulancia que transportaba civiles de una aldea vecina –también a ellos los israelíes les habían ordenado salir de Israel- y mataron a tres niños y a dos mujeres. Los israelíes argumentaron que en la ambulancia había un combatiente de Hezbolá. Mentira. Yo cubrí informativamente todas esas atrocidades, las investigué todas, hablé con los supervivientes. Lo mismo hicieron numerosos colegas míos. Nuestro destino, por supuesto, fue ser blanco del más calumnioso libelo: nos acusaron de ser antisemitas.

Por todo ello escribo lo siguiente sin la menor vacilación: pronto volveremos a escuchar esa sarta de escandalosas mentiras. De nuevo vamos a escuchar la mentira de que el culpable es Hamas –y bien sabe Dios que se le pueden imputar cosas sin necesidad de añadir este crimen-; es posible que nos obsequien con la mentira de los cadáveres extraídos del cementerio, es casi seguro que tratarán de endilgarnos el embuste de que Hamas estaba en la escuela, y no hay la menor duda de nos vilipendiarán acusándonos de antisemitismo. Y nuestros líderes mascullarán, rezongarán y recordarán al mundo que fue Hamas quien rompió el alto el fuego. Otra mentira. Fue Israel quien lo rompió, primero el 4 de noviembre cuando bombardeó Gaza y mató a seis palestinos, y de nuevo el 17 de noviembre, cuando otro bombardeo israelí mató a cuatro palestinos más.

Sí, los israelíes merecen gozar de seguridad. Veinte israelíes muertos alrededor de Gaza en el espacio de 10 años es ciertamente una cifra triste. Pero 600 palestinos muertos en poco más de una semana –y millares de palestinos muertos desde 1948, cuando la masacre que los israelíes perpetraron en la aldea palestina de Deir Yassin azuzó el éxodo de los palestinos de esa parte de Palestina que se convertiría más tarde en Israel- es una cifra que nos sitúa en una magnitud diferente. Esto ya no se parece a uno de esos derramamientos de sangre típicos de Oriente Medio, sino a una atrocidad equiparable a las de guerras balcánicas de la década de 1990. Y, naturalmente, cuando un árabe se agite con furia incontrolada y proyecte su ira ciega e incendiaria contra Occidente, diremos que no tenemos nada que ver con ello. ¿Por qué nos odian?, nos preguntaremos. Pero no digamos que ignoramos la respuesta.

Fuente: http://www.independent.co.uk/opinion/commentators/fisk/robert-fisk-why-do-they-hate-the-west-so-much-we-will-ask-1230046.html

Así será el año 2009


Por Ignacio Ramonet

“Balas para los jóvenes, dinero para los bancos.” Este expresivo grito de ira de los amotinados de Grecia bien pudiera oírse, a lo largo de 2009, en otras ciudades europeas. Porque el año que empieza se va a caracterizar, como consecuencia de los despidos masivos que está causando la crisis, por un fuerte descontento social. Y éste desembocará en huelgas, manifestaciones y enfrentamientos que las elecciones europeas de junio próximo no calmarán.

Numerosos jóvenes - estudiantes o no -, son concientes de que su destino es ir a dar a la mar de la precariedad (“generación 700 euros”) o del desempleo. Desean hacer tabla rasa. Algunos se sienten de nuevo atraídos por los movimientos libertarios. En la atmósfera de lucha social que se avecina, las filas del anarquismo podrían engrosar i . Como en los años 1930…

Aunque en materia de política internacional no caben supersticiones, los años terminados en 9 son a menudo convulsivos. Basta con observar que, a lo largo de éste, se conmemorarán : los 10 años de la revolución bolivariana de Venezuela (febrero); los 20 de la caída del muro de Berlín y de la implosión del bloque soviético (noviembre); los 30 de la “revolución islámica” de Irán (febrero); los 40 de la “revolución libia” del coronel Gaddafi (septiembre); los 50 de la revolución cubana (enero); los 60 de la revolución china (octubre); los 70 de la derrota de la República española en la Guerra civil (abril) y del inicio de la Segunda Guerra Mundial (septiembre); y los 80 de la crisis de 1929 y de la Gran Depresión…

Sin duda, la recesión económica será también la principal característica del año que comienza. Porque los efectos del triple crack de la construcción, de los bancos y de las Bolsas golpearán de lleno a la economía real.

En ese contexto de descontento social, ¿representa el nuevo Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, una luz de esperanza? Menos de lo que creímos. S u equipo económico, en el que figuran varias personalidades ultraliberales responsables en parte de la crisis actual – como Robert Rubin, Lawrence Summers o Timothy Geithner –, no estará a la altura para cambiar las cosas.

Además, parece evidente ya que la nueva Administración Obama será de centro-derecha, es decir más a la derecha que el nuevo Congreso surgido de las elecciones del 4 de noviembreii. Lo cual augura tensiones más fuertes que previsto entre el ejecutivo y el legislativo. Los nuevos congresistas demócratas no dejarán de hacerse eco de las impaciencias de los electores duramente afectados por la crisis y profundamente irritados por el gigantesco fraude del estafador Bernard Madoff así como por las ayudas masivas ofrecidas por el Gobierno a los banqueros. En suma, el entusiasmo de hoy hacia el nuevo Presidente podría, a lo largo del año, cambiarse en decepción, frustración… y cólera.

Su equipo de politica exterior - constituído por Hillary Clinton, Robert Graves y el general Jim Jones – tambien resulta muy conservador para quien ha prometido dejar de imponer la democracia a punta de bayoneta.

El « foco perturbador » del mundo seguirá siendo Oriente Próximo como lo muestran los recientes enfrentamientos trágicos de Gaza. En Irak, las fuerzas británicas y las de todos los demás aliados de Estados Unidos, se retirarán en primavera. Por su parte, las tropas estadounidenses de combate dejarán de patrullar en pueblos y ciudades para replegarse en sus cuarteles. Y su retirada se acelerará. Rebrotará la violencia. El zapatazo del periodista Muntazer Al-Zaidi al Presidente Bush, el pasado 14 de diciembre en Bagdad, da una idea de la rabia de una parte del pueblo iraquí contra la ocupación estadounidense. ¿ Conseguirá el nuevo y corrupto ejercito de Irak impedir la dislocación del país ?

Habrá elecciones decisivas en Israel, para la función de Primer ministro, el 10 de febrero ; y en Irán, para la Presidencia, el 12 de junio. La tensión entre estos dos países alcanzará niveles incandescentes ¿Desembocará en un conflicto abierto? Nadie debe desearlo pues las consecuencias geopolíticas serían imprevisibles. También económicas, ya que los precios del petroleo volverían a rondar los 150 dólares. Lo cual agravaría más aún la crisis actual…

En cuanto a Afganistán, país que Barack Obama desea convertir en la prioridad militar de su mandato, si Washington intensifica su intervención tendrá que multiplicar los ataques ilegales contra Pakistan, gigante demógrafico y a la vez potencia nuclear. Eso provocará una posible desestabilización de Asif Zardari, Presidente de este Estado en quiebra, amenazado además por su poderoso vecino indio después de los atentados de Bombay del 26 de noviembre pasado. Washington entraria entonces en un nuevo engranage intervencionista que podría favorecer el rápido retorno al Pentágono de los « halcones », partidarios de un imperialismo duro y dominador. En Kabúl, los estadounidenses tratarán de imponer a un « dictador presentable ». Lo cual significará un regreso al realismo político (o sea, al cinismo) y el abandono del proyecto ético que ha defendido Obama durante su campaña electoral.

Otro gigante que puede reservar sorpresas es China. Porque la crisis - que se va a traducir por una subida general del proteccionismo en el mundo y la consiguiente reducción de las exportaciones – le golpeará con mayor rudeza. Miles de fábricas cerrarán despidiendo masivamente a trabajadores desprovistos, en su mayoría, de seguridad social y de atención médica. Las protestas crecerán. ¿Conseguirán las autoridades de Pekín mantener la paz social ?¿ A qué precio ?

En América latina, la incognita principal será de saber si Barack Obama aceptará el ramo de olivo que le ha ofrecido el Presidente de Cuba, Raúl Castro, y si negociará por fin el final del embargo comercial de la isla. Lo sabremos el 17 de abril cuando, con ocasión de la Cumbre de las Américas en Puerto España (Trinidad y Tobago), el mandatario estadounidense defina su nueva política para el hemisferio.

Entretanto la crisis climática seguirá agravándose. Todo indica que el año 2009 será el de todos los peligros. Porque agoniza une era, la del neoliberalismo, y comienza, a tientas, un nuevo paradigma. Debiera también ser el momento de todas las oportunidades. Para empezar a edificar, por fin, un mundo mejor.


i Este 15 de enero se celebra el II centenario del nacimiento, en Besançon (Francia), de Joseph Proudhon, padre del anarquismo.

ii Moisés Naim « La Brigada 23 de enero », El País, Madrid, 30 de noviembre de 2008.