José Maria Vigil visita Montbui.

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El teólogo José Maria Vigil, coordinador de la Agenda Latinoamericana, impartirá una conferencia en Montbui
 Baula-COR

El teólogo latinoamericano José Maria Vigil, impulsor de la Agenda Latinoamericana Mundial junto con Pere Casaldàliga, ofrecerá una conferencia el martes 5 de abril, en Santa Margarida de Montbui. Lo ha organizado el grupo Baula Comité Óscar Romero aprovechando la visita que el coordinador de la Agenda Latinoamericana hace en Cataluña, invitado por la asociación Araguaia amb el Bisbe Casaldàliga.

Vigil hará una reflexión en el entorno del tema de la Agenda Latinoamericana 2011 ¿Qué Dios?, ¿qué religión? El acto empezará a las siete y media de la tarde, en la sala de plenos del Ayuntamiento de Santa Margarida de Montbui.

La Agenda Latinoamericana Mundial es una agenda anual colectiva y alter mundialista, iniciativa de José María Vigil y Pere Casaldàliga. Este año se cuestiona sobre que se entiende por religión y cómo piensan sus autores que tendría que ser una religión verdaderamente liberada y liberadora.

La historia de las religiones, la diferencia y complementariedad entre espiritualidad y religión o el macro ecumenismo son algunos de los temas que aborda.

Una vez más, personas militantes en el altermundismo de todo el mundo han participado en los contenidos de esta Agenda “aconfesional, ecuménica y macro ecuménica”, como señala Vigil “instalada en la perspectiva de la educación popular liberadora latinoamericana”.

Tanto los autores como las personas que colaboran con el proyecto de la Agenda Latinoamericana describen esta obra colectiva como una herramienta pedagógica de formación y transformación para comunicadores, educadores populares, animadores de grupos, activistas de los movimientos solidarios, etc. para ayudar en las tareas de sensibilización en el entorno de los problemas de la exclusión social y como herramienta constructiva y crítica.

Desde su creación han colaborado en la Agenda personas como Saramago, Frei Betto, Rigoberta Menchú, Leonardo Boff, Maria Vigil y Eduardo Galeano, entre otras.

La Agenda Latinoamérica se edita en veintiséis países y se traduce a diferentes lenguas. Muchas entidades destinan los beneficios de la venta a los proyectos de cooperación y solidaridad que llevan a cabo, como es el caso de Baula-COR.

Se puede consultar también en Internet en las páginas www.latinoamericana.org o www.agenda.latinoamericana.org.

Entrevista José Luis Sampedro. "Esta cultura capitalista de cinco siglos ha agotado ya sus posibilidades"

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"Esta cultura capitalista de cinco siglos ha agotado ya sus posibilidades"
José Luis Sampedro. Escritor y Economista. Cree que el mundo está en la era del desconcierto y que va hacia otro modelo. La única salida es la educación y el pensamiento

PEIO H. RIAÑO, Público.

Este es mi despacho". Se deja caer en su sillón orejero y se arrima una mesa estrecha. A su izquierda, la cristalera de un gran balcón ilumina a José Luis Sampedro en una mañana fría y soleada. Esta mañana se ha levantado removido. Será Madrid, la ciudad en la que vivió la degradación del país con el franquismo: demasiado ruido, ajetreo y prisas. Prefiere la tranquilidad de la capital de la Costa del Sol. Alarga el brazo y saca una tabla roída, rallada, con los cantos rodados, y suave como la piel curtida. Es la "tabla del náufrago". Por el aspecto ha debido de salvar a Sampedro en muchas ocasiones. La coloca sobre la estrecha mesa, se la arrima al vientre. Sobre ella han corrido las manos del humanista cargadas de ideas y tinta desde hace décadas. "Tuve una época en que lo intenté con el ordenador, pero no simpatizamos", elegante, abre con una sonrisa esta conversación en los días de vaivén.

¿Cómo está viendo la tragedia de Japón?

Desde luego como una catástrofe espantosa y como una amenaza extraordinaria. Si sucediera una explosión estilo Chernóbil, alcanzando a Tokio la radiactividad, sería horrible. Lo que ha ocurrido en Fukushima es el resultado de un exceso de confianza en el ser humano. Soy de los que hace años pensábamos que el desarrollo sostenible es mentira, que lo que llevamos adelante es insostenible.

¿Por qué seguimos adelante?

Porque los dirigentes están inspirados en dos ideas: una, la potencia extraordinaria de la técnica. La técnica ha logrado resultados tan fabulosos, que parecería que podría conseguir lo que quisiera. Y se piensa que ocurra lo que ocurra la técnica lo resolverá y que si se agota el petróleo, la técnica sacará, como pensaba Franco, oro del granito del Escorial. La otra idea es que la religión nos dice que los humanos tenemos un alma inmortal, que, como dice la Iglesia católica, el hombre es casi divino porque Dios lo hizo a su imagen y semejanza. Animado por esa esperanza inmaterial y por una técnica se cree que se puede hacer lo que quiere.

¿Nos hemos creído más de lo que somos?

Nos creemos dioses y hacemos lo que no podemos hacer, y que si fuésemos racionales no necesitaríamos hacer. Desde los tiempos de Grecia la humanidad ha progresado técnicamente de una manera fabulosa, pero no hemos aprendido a vivir en paz, a convivir, a no matar al vecino. Las palabras favoritas de esta cultura son productividad, innovación y competitividad. Somos muy poderosos en técnica y muy ignorantes y faltos de sabiduría. El exceso de ciencia no está compensado por la manera de usarla.

¿Eso ha pasado con la energía nuclear?

Eso es lo que pasa con lo nuclear: es una energía importante, pero no sabemos usarla. Verá, no hemos logrado con la energía nuclear lo que sí hemos logrado con el petróleo: el progreso del petróleo es el motor de explosión, pero de la energía nuclear no hemos inventado el motor de explosión. No dominamos la técnica nuclear y mientras tanto nos arriesgamos a catástrofes como la de Japón.

¿Qué le parece la actitud del pueblo japonés?

Me está admirando profundísimamente. Lo que veo en la televisión, las caras de la gente: no las hay aterradoras, desesperadas, llorosas. No hay gestos como hemos visto en Haití, muy comprensibles por otra parte. Pero en Japón hay una serenidad verdaderamente ejemplar. El civismo japonés debe darnos una lección a todos. Tengo una admiración profunda por ese pueblo. Cómo se comportan, cómo cooperan. El pueblo japonés en estos momentos es admirable, como con frecuencia el pueblo es mucho más admirable que los gobiernos.

¿El progreso nos ha dejado sin control?

Progreso es una palabra que implica un fin, un objetivo, como en un viaje. ¡Pero aquí no saben dónde van! No sólo no saben dónde van, lo malo es que ni siquiera saben dónde quieren ir. Sarkozy, Berlusconi y otros que prefiero no nombrar en castellano y en inglés no saben lo que quieren. Vivir en paz es un objetivo, pero para eso deben educarnos y estamos haciendo todo lo contrario.

¿Ante esta catástrofe nos haremos más humanos?

Ojalá sirviera al menos para eso, pero me temo que no, porque estamos muy mal dirigidos. Además, se nos enseña muy mal. La solución a largo plazo de todo es la educación, la preparación de los seres humanos. Ahí sí tendríamos que hacer progreso y desarrollo. Lo primero es que la gente razone y piense por su cuenta. Nos están educando al revés, nos educan para producir y consumir. Nadie nos prepara para ser más humanos, para ser mejores. Dicen que no hay alternativa a este desarrollo, cómo que no: ser mejores en vez de tener más cosas. La alternativa es educar para ser mejores.

Creo que eso no aparece en ningún plan de estudio.

Verá, la mayoría de las personas no llegamos a ser lo que podríamos ser. Porque el desarrollo no es ser tanto o mejor que los otros, sino todo lo que uno pueda llegar a ser. Casi nadie, yo el primero, llega a todo lo que pueda ser. Todavía soy aprendiz de mí mismo. Ojalá nos hiciera más humanos esta catástrofe, para sabernos miembros de la naturaleza y no dioses.

¿Están preparadas las universidades a ello?

Esto que se acaba de implantar, la universidad con salsa boloñesa, es la muerte de la universidad. La universidad era un templo de sabiduría. Esto que hacen ahora es una escuela politécnica. Han dado la universidad a los financieros y los financieros lo que quieren es ganar dinero. Eso implica que lo que se enseña es saber hacer cosas, pero no saber cómo son las cosas.

Hemos pasado a hablar de la cultura como producto, legitimada por su aportación al PIB. Otras virtudes como la verdad o la belleza han dejado de ser importantes. ¿Qué le parece?

A eso se responde de una manera: el PIB no es la medida del bienestar.

¿Por qué han cambiado las reivindicaciones y ahora se prioriza la defensa de la libertad al fin de las injusticias?

Siempre que se use la palabra libertad hay que pensar para quién. La libertad para el pobre quiere decir que no me opriman. Pero la libertad para el rico es que me dejen las manos libres, que yo haré lo que me dé la gana y entonces explotaré a quien haga falta. Cuando me hablan de libertad recuerdo siempre el lema de la revolución francesa. Le voy a contar algo que explicaba en clase hace años: la libertad vuela como las cometas. Vuela porque está atada. Usted coja una cometa y láncela, no vuela. Pero átela una cuerda y entonces resistirá al viento y subirá. Cuál es la cuerda de la cometa de la libertad: la igualdad y la fraternidad. Es decir, la libertad responsable frente a los demás.

¿Por qué no interesan las injusticias?

Porque se han degradado los valores. Al declarar que todo es mercancía, que todo es dinero, que el PIB y la cultura son dinero... ¿Qué es la corrupción generalizada? Simplemente que hay hombres en venta y otros dispuestos a comprarlos. ¿Hay mayor degradación que esto? Hoy no se respeta nada: hay altos cargos jactándose de ser imputados y pensando que la gente cree que es un tío grande porque no lo para nadie. ¿Cómo puede ser un político imputado un ciudadano modelo?

José Saramago decía que el capitalismo nos había adocenado.

Claro, y qué razón tenía. La democracia no es el gobierno del pueblo en ningún sitio. ¿Qué se vota? Lo que nos hacen que votemos. En la infancia, llega un cura y mete en la cabeza dogmas. Eso empieza a condicionar el pensamiento y el pensamiento debe ser libre, más que la libertad de expresión. Si con la libertad de expresión lo que expresa es lo que le dicen que diga, no interesa. Lo que importa es lo que pensamos.

¿Necesitamos una revolución más que nunca?

Lo que necesitamos es reeducarnos. Puede que catástrofes como la nuclear induzcan a pensar que lo que estamos haciendo no está bien. Se censura a los jóvenes porque no tienen sentido político. No es que pasen, es que quieren otra cosa. Mire usted, que cambiaremos es seguro. Otro mundo es seguro, la Historia es cambio. Ahora mismo pasamos por un momento que yo llamo de barbarie porque se han degradado todos esos valores que comentamos. Es una etapa de desconcierto hacia otro modelo distinto. Esta cultura capitalista de cinco siglos ha agotado ya sus posibilidades.

Ya, pero los culpables de la crisis han salido indemnes.

Claro, porque tienen el poder. ¿Qué hace Europa en estos momentos? Nada. No estamos ya en manos de los financieros, sino en las tres o cuatro grandes empresas de valoración de la confianza. ¿Qué han hecho los gobiernos? ¿Han suprimido los paraísos fiscales? ¿Han corregido la conducta de los bancos? ¡Ni hablar! Los bancos que crearon la crisis en 2008 hace tiempo que se han repuesto tranquilamente y anuncian sus beneficios, mientras los parados siguen parados. Se llamen como se llamen, todos los gobiernos actúan obedeciendo a los intereses del capital.

¿Qué espera de las generaciones más jóvenes?

He vivido la guerra y después de la guerra qué había. La ilusión era el bienestar, la ilusión era el Seiscientos. Pero hoy hay jóvenes con ideales. Que las cosas cambiarán estoy seguro. Cuantas más catástrofes haya, más se desacreditan los que nos conducen a las catástrofes. La gente no reacciona contra los banqueros. Pero el banquero es como el tigre, no es malo, devora porque es tigre. El banquero se forra contra quien sea porque es banquero, pero al banquero lo crea la sociedad, lo ensalza la sociedad que tiene como dios supremo el dinero. No es que sean malos, es que son banqueros todavía habrá que compadecerlos [ríe].

¿Por qué los gobiernos están degradando la enseñanza pública?

Porque tienen miedo y hacen concesiones a la Iglesia. Pero a los poderosos, cuantas más concesiones se les hace, más exigen, son insaciables. Fíjese lo que está haciendo Esperanza Aguirre con la enseñanza en la Comunidad de Madrid. Lo esencial de la enseñanza es el profesor y hay que crear profesores, pero claro, para eso se necesitan apoyos a la escuela. Que se recorten los presupuestos de enseñanza es un desastre.

¿Cómo ve España después de las próximas elecciones generales?

Me temo que, como siempre, perderá uno de los dos partidos. El PP si tiene la victoria no se la ha ganado. Llevan años pidiendo, pero sin decir cómo hacerlo. El señor Rajoy jamás ha tenido una idea y para una vez que fue al público con un papel apuntado, le hicieron una pregunta cantada y pactada, y no supo qué contestar. Rajoy sería hoy el presidente ideal de Europa, porque entonces Europa no haría absolutamente nada. Me temo que va a ser derrotado el PSOE, pero seguiremos como hasta ahora porque no cambiarán las cosas. El PSOE está haciendo programas de la derecha en asuntos como la educación. Es un gobierno capitalista que depende de los financieros, como el PP. La diferencia es que el PP se regodeará apretando los tornillos de la explotación.

¿Cómo es posible que intelectuales como Vargas Llosa defiendan en su discurso del Nobel la existencia de las armas de destrucción masiva?

El intelectual, por definición, está en contra de las autoridades. Entre los economistas hay dos tipos: los que se dedican a hacer más ricos a los ricos y los que pretendemos hacer menos pobres a los pobres. Con los intelectuales literarios pasa lo mismo: los hay que dan la razón al ataque de Irak y los que estamos en contra. Aquello fue in crimen de lesa humanidad que no ha prescrito.

¿Tiene claras cuáles son las conclusiones de esta crisis?

Le contestaría con una sola palabra: entropía. Todo lo que nace muere. Cuando nacemos empezamos a morir. Yo llevo 94 años viviendo, es decir, 94 años muriéndome. Es un proceso vital. Todos los imperios anteriores entraron en decadencia. ¿Qué duró el imperio español, cuánto el auge francés, qué queda del imperio británico, cuánto ha durado el imperio norteamericano? Ya se ha acabado: EEUU no domina como en 1945. Tiene un Ejército más fuerte, pero no es el amo del mundo. Ahora tiene en frente a China, Brasil y Rusia.

¿Qué perspectivas hay?

El matemático Poincaré decía: "El caos es un orden que no conocemos". Pues ahora estamos en un orden que no conocemos. ¿Y qué perspectivas hay? Pues el próximo orden. ¿Cómo será? No lo sé. Tengo mis ideas, pero no lo sé.

Maravilloso.

¿El orden?

No, usted.

Libia. Una guerra muy sexy

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Una guerra muy sexy

Jordi Calvo, Dominio Público.

Las guerras son la manifestación de la violencia más perversa, por la preparación que necesitan y por los intereses que esconden o muestran abiertamente. Pero lo más perverso es que la participación en una guerra como la de Libia es una meditada decisión de nuestros líderes políticos que evalúan, como no puede ser de otra manera en las relaciones internacionales actuales, el beneficio que la guerra les puede reportar. Estos beneficios, personales, económicos, políticos, o del tipo que sean, son lo que hacen que una guerra sea sexy. La de Libia tiene muchos ingredientes que a Sarkozy, Zapatero, Cameron… les parecen sexys. En este caso, los beneficios personales pueden ser tanto o más sexys como los que vio Aznar en la guerra de Irak. Una afirmación del ego del líder político que se embarca en una guerra y además la gana (porque esta guerra, si quieren, la ganan, al menos como ganaron la de Irak), la notoriedad personal, pasar a los libros de Historia como un héroe (o villano, según quien los escriba) y, por supuesto, los réditos electorales que a corto plazo se pueden obtener, son algunos de los argumentos que pasarán por la cabeza de los responsables políticos de esta intervención militar.

Para los responsables de las potencias occidentales de la participación en la guerra de Libia y para otros poderes no tan visibles con intereses visibles o no, ir a la guerra de Libia es muy sexy, porque es una excelente inversión, que además pagamos los contribuyentes con dinero y vidas humanas. En primer lugar, la guerra es interesante para el complejo militar-industrial, porque así gastamos armas, hacemos girar a la economía armamentística y, sobre todo, legitimamos el enorme gasto militar, que en estos tiempos de crisis está siendo seriamente cuestionado por la ciudadanía. Son evidentes también los grandes recursos de petróleo y gas libios, y es sobradamente conocido que hay empresas de los países occidentales directamente implicadas que ven peligrar sus concesiones de un hipotético futuro Gobierno de Gadafi.

Esta guerra es también sexy porque hay desde un inicio una resolución de Naciones Unidas, el apoyo inicial de la Liga Árabe y porque está de moda apoyar o decir que se apoya a las recientes revueltas populares, con el pretexto de la lucha por la libertad y la democracia. Juntando estos objetivos políticos con los intereses económicos, podríamos deducir que establecer un Gobierno totalmente controlado en Libia e incluso bases militares, entre los nuevos Túnez y Egipto, puede ser realmente interesante para Occidente. Porque conviene asegurar que los procesos de cambio en estos países sigan la senda que más interesa, es decir, que no se conviertan en revoluciones socialistas o islamistas que hagan pagar más por el petróleo o el gas o no abracen gustosos el American o european way of life.

La guerra en Libia también es sexy porque Gadafi es un terrible dictador muy sexy para nuestros gobernantes, a quien dan ganas de sacar del poder de la forma que sea. Emocionalmente, y con las imágenes y mensajes que en todos los medios de comunicación oficiales aparecen del dictador, dan ganas de lanzarle un Tomahawk o varios cientos, como ya se ha hecho. Pero si este señor es hoy tan terrible, ¿por qué tan sólo hace unas semanas era un gran amigo de Occidente? ¿Por qué se le han vendido las armas con las que está atacando ahora a los rebeldes? Si las intenciones de la comunidad internacional (occidental) son las de liberar a los pueblos oprimidos del mundo o proteger a las poblaciones que son víctimas recurrentes de la violencia armada, ¿por qué no se plantean intervenciones en Bahrein, Yemen, Myanmar, Zimbabue, Bielorrusia, Chechenia, Tíbet, República Democrática del Congo, República Centroafricana, Guinea Ecuatorial y un largo etcétera? Quizá porque estos lugares no son, por diversas razones, tan sexys como la Libia actual.

En fin, las operaciones militares en Libia no responden a las buenas intenciones que nos dicen. Y si así fuera, el resultado de muerte y destrucción que dejarán los cientos o miles de bombardeos y la probable intervención militar terrestre de los ejércitos occidentales dentro de unos meses será una manera más de colaborar en el despropósito de buscar una solución violenta a una situación violenta generada con total consciencia anteriormente. Si los países occidentales quisieran promover con seriedad una bien intencionada liberación de los pueblos oprimidos de todo el mundo, no venderían armas a dictaduras infames, no tendrían intercambios comerciales y financieros con regímenes opresores, no tendrían relaciones políticas amigables con corruptos dictadores, ni serían tan incoherentes como para predicar la libertad y los derechos humanos y embarcarse en guerras imperialistas en lugares con gran interés geoestratégico y económico. En el caso de Libia, la reivindicación del no a la guerra se vuelve más necesaria que nunca.

Genocidio en Irak.

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Entrevista a Karen Marón, corresponsal en Oriente Próximo y golfo Pérsico

"En Irak se ha producido un genocidio, un urbicidio, un memoricidio y una atrofia de la genética humana"

Santiago Álvarez Cantalapiedra, Boletín Ecos.

La periodista Karen Marón, corresponsal en Oriente Próximo y el golfo Pérsico y autora del documental Gazasovia, reflexiona en esta entrevista sobre la situación en Gaza e Irak, entre otros lugares de conflicto, y el papel que desempeñan los medios de comunicación en el "olvido" de esos conflictos una vez que cambia la agenda mediática. Marón se adentra en la fisonomía de la violencia en el siglo XXI para descubrir, junto a los conflictos internacionales, otra «violencia silenciosa» que tiene que ver con la pobreza, la injusticia, la discriminación y la marginación.

- Se ha señalado que en la sociedad global los medios de comunicación no son el "cuarto poder", sino algo más importante: el espacio donde se crea al poder y, en ese sentido, no son tanto un contrapeso como la expresión del propio poder. ¿Cuál es tu valoración al respecto?

- Coincido en que los medios son el espacio donde se crea y se expresa el poder. Hay una cuestión importante: estamos muy desinformados. Lo que vemos, lo que leemos y escuchamos está totalmente filtrado por estos grupos de comunicación. Crean una realidad que nos desinforma, nos anestesia, nos confunde, nos inmoviliza. Estamos ante situaciones que producen un desconocimiento enorme. Por ejemplo, en España se vive una crisis financiera, económica y social que puede ir in crescendo y todavía, dos años después de iniciada, no he visto claramente en los medios de masas que se le explique a la gente lo que realmente ha sucedido. Se habla de una burbuja financiera, de deuda, de cuánto se les ha brindado a los bancos, pero no hay información con la que la gente cuente; es una creación de un mundo casi virtual. De modo que coincido totalmente en que es el poder el que crea esa realidad que no es realidad. Quizá parezca un cliché hablar de Matrix, pero creo que estamos dentro de un Matrix y de una realidad virtual, que es la que crean los medios.

-Esa recreación de lo que acontece ocurre a través de unos medios de comunicación que son empresas y, por tanto, su actividad es un negocio. ¿No es este un elemento esencial para explicar que lo que se está generando es un producto comercial que, dentro de un negocio, genera su propia realidad?

- Hay una crisis profunda en los medios de comunicación denominados convencionales porque en su mayoría no están gestionados por periodistas, sino por empresarios cuyo objetivo es obtener beneficios, y hablo tanto de medios escritos como de radio y TV. Como consecuencia de ello, la información se ve como una mercancía y la práctica de la comunicación como un negocio, lo que resulta lejano al ejercicio del periodismo, que implica una responsabilidad social. Esto afecta directamente a la calidad de la información.

En sus inicios, el periodismo fue una profesión con unos objetivos claros y una responsabilidad social bien definida. Actualmente vemos que el mayor interés de un medio de comunicación ya no pasa por una cuestión social sino por una cuestión económica, y que los grandes medios están en manos de grupos de poder y grupos económicos. Eso lleva a que el periodista tenga que comportarse de acuerdo con dichos intereses; y no estoy culpabilizando al profesional, que tiene que seguir esa línea editorial que se le impone si quiere seguir trabajando en ese medio, sino a la lógica económica que los rige.

Cuando aludes a que el poder está creando la realidad, uno de los casos más emblemáticos es el caso de Haití, el país más pobre de Latinoamérica y uno de los más pobres del mundo, que ha vivido uno de los desastres más graves a nivel mundial. Cuando se produjo el terremoto, los medios de comunicación desplegaron cientos de corresponsales en el país para narrar una historia de forma casi irresponsable, porque pasaban una semana o 10 días contando el sufrimiento del pueblo haitiano, pero antes del terremoto muy pocos habían ido a Haití a contar esta historia, que ya estaba ahí. Dos semanas después del terremoto todos los medios de comunicación se retiran de Haití, ya no hay niños huérfanos, ya no hay pobreza… pero llega el brote de cólera y otra vez se despliegan. Lo más importante para el periodismo y el periodista, que son los otros –el otro es el sujeto de la historia–, se ha visto traicionado terriblemente porque se utiliza la noticia como un espectáculo.

Pasó también en la primera guerra del Golfo, cuando se pudo ver el ataque a Bagdad desde el sofá de casa. Me parece de una crueldad absoluta porque estamos haciendo espectáculo de una información seria, y cuando el espectáculo no rinde más a los medios de comunicación, retiran a sus periodistas y se olvidan del dolor, de la barbarie y del sufrimiento, sencillamente sale de la agenda informativa. Lo mismo sucedió con Afganistán e Irak. En 2004-2006 estaban sucediendo hechos gravísimos en Irak y lo mismo ocurría en Afganistán, pero como el poder había determinado que tuviera preeminencia Irak, y no Afganistán, Afganistán desapareció de los medios. Pero alguien decidió después que volviera a ser noticia y los medios de comunicación trasladaron su buró a Kabul, mientras que hoy la situación en Irak sigue siendo desastrosa y vergonzosa a nivel humano, pero ya apenas es noticia. Claro que los medios están creando la realidad: nos muestran lo que quieren mostrarnos según su conveniencia o según sus intereses. Esto tiene que ver con lo que en su momento se llamó la «doctrina Kissinger», que se relaciona con los intereses de EE.UU. y la estrategia mediática que iban a utilizar, moviendo a los medios según sus intereses. Esto se ve muy claro en el caso del binomio Irak- Afganistán. Creo que es obsceno cómo se está manipulando la prioridad concedida a cada lugar según el momento.

Igual ocurre con los conflictos olvidados de África o Asia de los que no se está informando, y no es que a la gente no le interesen, sino que al poder no le interesa mostrarlos.

- Vivimos rodeados de mucho ruido informativo, de una sobreabundancia de información que nos genera cierta parálisis e incapacidad de asimilación. En este sentido, Eduardo Galeano ha señalado que «estamos informados de todo, pero no nos enteramos de nada». ¿Cómo generar una información relevante que permita iluminar lo que está sucediendo en un contexto de avalancha informativa? ¿Con qué criterios?

- Nos hacen creer que estamos informados con pequeñas noticias que no cuentan las causas ni la historia ni el contexto social y político; no se hace seguimiento y no se cuentan las consecuencias. Por tanto, hay mucho ruido y desinformación. ¿Cómo revertirlo? Es necesario que surja un debate entre los periodistas –donde ya ha empezado–, el poder ciudadano y las diferentes organizaciones sociales. Tenemos el derecho a estar informados, de modo que todos deberíamos estar comprometidos en este proceso de cambio de paradigma. No tengo la solución, pero confío en que la unión de diferentes sectores puede encontrarla. Esa es una de las razones por las que soy free lance desde hace ocho años; ello me ha permitido contar los temas que quería contar, y los tiempos para contar esas historias. Los grandes medios envían a los periodistas dos días a Tanzania, tres días a Irak, luego Afganistán… la vorágine de los medios no permite a los periodistas tener un background del lugar en que se encuentran ni saben cómo moverse. Difícilmente alguien puede contar una historia pasando 48 horas en un lugar. Eso no es informar, sino desinformar, o, simplemente, cumplir con el trámite de salir al aire y contar unos hechos que ya están publicados en Internet.

- Tu opción de trabajar como free lance, ¿qué ventajas tiene?, ¿qué dificultades?

- Es duro, sobre todo al principio, y particularmente en Latinoamérica, donde un periodista free lance se entiende como un profesional que no encuentra trabajo, cuando en realidad es una elección. En Europa y EE.UU. se respeta más. Y digo duro porque uno está muy solo, especialmente en conflictos armados donde trabajas sin protección, sin un medio que te respalde en caso de un secuestro, no hay un casco o un chaleco antibalas y uno mismo tiene que asumir todos los gastos. Pero a la vez que una limitación es también un aprendizaje, porque uno se convierte en su propio productor ejecutivo y periodístico, en el gestor de sus ideas y logística. Por otra parte, te exige informar de manera diferente a como lo hacen los grandes medios de comunicación, aunque eso te expone en relación con la seguridad. Por ejemplo, en Irak, algunos periodistas hacían lo que el gran Robert Fisk denominó «periodismo de hotel», que consiste en entrar en Internet, cortar y pegar, y enviar el artículo a la redacción. Siendo un periodista independiente tienes que salir a la calle bajo cualquier circunstancia de seguridad para conseguir esa historia diferente, y que precisamente por ello va a hacer que esa historia sea publicada.

A favor está la libertad de movimiento y la posibilidad de tener el tiempo suficiente para tener ese background necesario para contar una buena historia, invirtiendo el tiempo suficiente para convertirse en lo que Ryszard Kapuściński llama un «etnógrafo», casi en un investigador de lo que le sucede a otro ser humano, tratar a ese ser humano como un sujeto –darle un nombre, una identidad, contar esa historia– y no un producto, algo frecuente cuando uno tiene que cumplir con tiempos determinados. Despersonalizar al protagonista de la historia –que a menudo resulta como imposición de los medios– me parece otra aberración del periodismo. Otra forma de despersonalizar que estoy viendo en los últimos años es el surgimiento del «periodista estrella», el periodista que suplanta al verdadero protagonista de la noticia y se erige él mismo en el centro de atención.

- En su libro Las ciudades invisibles, Italo Calvino plantea una reflexión sobre el infierno. Señala que, si existe, está aquí entre nosotros, y que hay dos maneras de soportarlo. La primera resulta más fácil para la mayoría: aceptar el infierno y convertirse en parte de él, hasta dejar de notar que existe. La segunda es peligrosa y requiere sabiduría y una atención constante: consiste en buscar, y en saber reconocer, en medio del infierno, lo que no es verdaderamente infierno y hacerlo durar, y darle espacio. Cuando informas desde el infierno de un conflicto armado, ¿qué buscas?

- Busco una de las cosas que más me motivaron desde mis inicios y ante la cual, con el paso de los años, he sentido cierta frustración. Cuando una es joven piensa que la publicación de un artículo va a cambiar la historia de alguien que esta viviendo una situación trágica. Pasé por esas etapas: idealismo, primero; frustración, después. Actualmente, cuando entrevisto a una madre que ha perdido a su hijo o a una mujer que se encarga de huérfanos que han perdido a sus padres en la guerra y muestro historias que suceden a 15.000 km de distancia, me doy por satisfecha si con mi trabajo he conseguido generar empatía con la víctima. Me siento simplemente un medio. Con que haya una persona que sienta empatía, aunque sólo sea una, por el sufrimiento, por el dolor ajeno, por la dignidad que se encuentra en medio de ese infierno, percibo que el trabajo está cumplido. El ser humano es luz y sombras, y en esos lugares –aunque parezca paradójico– hay mucha más luz de la que imaginamos; en muchos de esos lugares infernales es donde se puede encontrar más luz. Ya no soy la idealista de antes ni siento frustración; trabajo como periodista, pero primero soy un ser humano que trabaja de periodista.

- ¿Qué opinión te merece la figura del «periodista empotrado»?

- El pico máximo de libertad de los periodistas en zona de conflicto fue durante la guerra de Vietnam, con la consecuencia de que cuando llegó la información a EE.UU. se produjo una reacción de la opinión pública que llevó a la retirada de las tropas de aquel país. A partir de ahí, el Departamento de Estado y el Pentágono supieron que tenían que perfeccionar los mecanismos de control y de censura de la información. Así comienza esa figura del «empotrado» o «encamado».

El «empotrado» es una de las formas más perfeccionadas de censura del periodismo y del derecho a la información. Afortunadamente hubo muchos corresponsales que no se adhirieron a esta modalidad y fueron los que sacaron los artículos más impresionantes. Cuando en 2004-2006 empezaron en Irak los secuestros de los periodistas que no íbamos empotrados, y se decía que era la resistencia chií o grupos como Al-Qaeda –porque cualquiera puede ser Al-Qaeda–, muchos medios de comunicación dejaron de mandar corresponsales, también presionados por los respectivos gobiernos, que se veían obligados a pagar sumas siderales para rescatarlos. Siempre tendré la duda de quiénes secuestraron a los periodistas en Irak, como en el caso de Giuliana Sgrena, porque, ¿qué interés iban a tener esos grupos en que no se contara aquello de lo que estaban informando (que no era otra cosa que las violaciones que se venían cometiendo al derecho internacional humanitario y a los derechos humanos por parte de los ocupantes)?

Se ha dado en todos los casos la coincidencia de que los secuestrados eran periodistas que estaban informando de violaciones al derecho internacional humanitario (DIH) y a los derechos humanos, y, en definitiva, abusos a los civiles por parte de los ocupantes. Precisamente esos periodistas que fueron secuestrados se negaron a estar «empotrados» y a contar la historia que los ocupantes querían que se contara.

Más recientemente, durante la Operación Plomo Fundido, en 2008-2009, cuando Israel atacó la franja de Gaza, el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas de Seguridad israelíes también empezó a aplicar la figura del periodista empotrado. Recuerdo que estábamos en el paso de Erez, y la entrada se efectuaba sacando al azar un número entre los que se habían repartido a los periodistas; subían al periodista a un vehículo de combate y lo llevaban a determinadas zonas –en plena operación militar– donde el periodista no podía contar ninguna historia, solo aquella que los militares israelíes le mostraban. Fue la primera vez que se aplicó una censura de semejante magnitud en un conflicto en Israel, e incluso fue apelado por la Corte Suprema de Justicia de Israel, generándose mucha presión por parte de los organismos de defensa de los periodistas. Este mecanismo se va perfeccionando año tras año y va a ir in crescendo; lo triste es que cuando no contamos la historia, simplemente no existe. Afortunadamente, cuando pudimos ingresar después del alto el fuego corroboramos fehacientemente que se utilizó contra la población civil fósforo blanco, bombas de racimo y un nuevo explosivo con tungsteno, desarrollado por la Fuerza Aérea de EE.UU. y que se utilizó en la franja de Gaza como si de un laboratorio se tratara. Eso es lo que no querían que contáramos, y por ello aplicaron por primera vez la figura del «empotrado». Pese a la obscenidad de la violación del derecho internacional humanitario y los derechos humanos, y pese a que mientras transmitíamos decían que no era verdad, después lo pudimos corroborar y contar, y en muy pocos meses fue ratificado. De todas formas, los periodistas que vamos a cubrir conflictos estamos en una posición muy vulnerable y los corresponsales que cubren sus historias internas son los que corren más peligro. En Colombia y en la actualidad en México vemos cómo los periodistas son asesinados vilmente, mientras funcionan mecanismos de censura y autocensura que día a día se van perfeccionando.

- Las filtraciones de Wikileaks, ¿aportan información nueva con respecto a los conflictos que has nombrado en Colombia, Irak y Gaza? ¿Qué opinas del revuelo que se ha creado en torno a los cables de Wikileaks?

- Me causó mucha sorpresa cuando empezó el tema, pero fui cauta porque las primeras informaciones desprendidas de muchos de estos 250.000 cables fueron bastante banales. En otros cables secretos, Arabia Saudí pedía a EE.UU. que bombardeara Irán, y EE.UU. respondió que eso lo dejaban en manos de Israel. Los periodistas hemos escrito acerca de eso hace seis o siete años. Era una información conocida para quienes escribimos análisis de política internacional o cubrimos esa región, para nosotros no era novedoso. Y más cuando durante la Operación Plomo Fundido, los israelíes comunes gritaban en las calles de Jerusalén «vamos a por Irán», así que no nos hace falta Wikileaks para saber que Israel quiere atacar Irán. Los cables también "revelan" que durante la Operación Plomo Fundido había un acuerdo entre miembros de Al Fatah y Egipto para que ingresaran en Gaza y cometieran asesinatos selectivos de miembros de Hamás, pero eso lo conocían en la calle, y lo hemos escrito o transmitido inmediatamente. Respecto a eso Assange, que es considerado casi un héroe, afirmó: «esto lo tenían que haber publicado los periodistas». Quiero decir que los periodistas lo hemos publicado, y hace muchos años, solo hace falta buscar en los archivos y corroborarlo.

Por otro lado, no estoy convencida de la historia de que un soldado de primera descargue cientos y cientos de miles de cables secretos en un ciber, y me hace recordar mucho la historia del Watergate en el Washington Post, cuando se decía que dos periodistas habían investigado el tema. Hay que recordar que Bob Woodward había sido un agente de la inteligencia naval estadounidense y que en esos momentos respondía a la CIA y a un jefe de la inteligencia naval, y que su fuente era un agente del FBI. Entonces, fue una manera elegante de desplazar a Nixon del poder. No sé si eso tiene similitud ahora, pero creo que hay que dar mucha menos importancia a Wikileaks de la que se le está dando. Leí un artículo que hablaba de entretener a la opinión pública con estos cables que apenas dicen nada nuevo, mientras en otros lugares están pasando cosas importantes que no se cuentan.

Un análisis profundo revela que en estos cables no salió, por ejemplo, ninguna información sobre Plomo Fundido o las acciones de Israel en Gaza y Cisjordania, y una de las versiones es que Assange cerró un acuerdo con Israel para que no saliera nada de ese país. Y, efectivamente, no hay información al respecto. Antiguos compañeros de Assange en Wikileaks, hablan de autocracia y manipulación de la información. Además, él llegó a un acuerdo con los medios de comunicación, cinco o seis grandes diarios, para publicar la información. Sin embargo, ¿cómo sabemos los lectores con qué criterio se han seleccionado los cables que han sido publicados? ¿Cuál es la información que nos está llegando? Se prometió que saldrían muchos cables más, ¿dónde están?

- Se observa una evolución en la naturaleza de la violencia en nuestros días. Más allá de los conflictos armados internacionales, se está extendiendo una violencia vinculada a la desintegración social y política; por ejemplo, el caso de México que citabas, donde están siendo asesinadas miles de personas por esta causa, y lo que pasa en algunas ciudades recuerda a lo que está pasando en Colombia ¿Crees que ese va a ser el nuevo rostro de la violencia en el siglo XXI?

- Por un lado van a seguir los conflictos internacionales, pero también lo que alguien denominó la «violencia silenciosa», la violencia que tiene que ver con la pobreza, la injusticia, la discriminación, la marginalidad, la violencia que ejerce el poder contra la gente, que en muchas circunstancias puede ser peor y causar más víctimas que un conflicto de alta intensidad. No sé si México se va a "colombianizar", pero lo que sí sé es que está viviendo una situación extrema. En México fue donde nació el término «feminicidio». Lo que sucede en Ciudad Juárez ocurre porque hay una connivencia por parte del poder y el Estado. Los asesinatos de mujeres que se vienen cometiendo desde hace años quedan en una impunidad total y el poder del narco ha crecido cuantitativa y cualitativamente. Me preocupa que cuando surgen este tipo de grupos violentos la reacción sea militarizar más la sociedad o la aparición de grupos paramilitares, porque ese desenfreno pone a la sociedad en un riesgo total.

También conviene analizar por qué el Estado ha permitido el crecimiento de estos grupos, porque estas cosas no son casuales. ¿Cuál es el objetivo de que crezcan? El narco, en México como en Colombia, traspasa todos los estamentos de poder, el poder político y el poder económico. Con respecto a la violencia social, me preocupa el retroceso de los derechos adquiridos en las últimas décadas porque va a traer graves consecuencias. Y todo ello potenciado por la crisis económica, que produce mayor dominación, pauperización, marginación y menos herramientas para defenderse.

- Con respecto a Irak: lo has visitado recientemente y eres una de las personas que más tiempo estuvo informando in situ durante todo el tiempo que duró la guerra de invasión ¿Qué puedes señalar hoy de la situación de este país?

- Irak es uno de los ejemplos de la obscenidad o la indiferencia con la que se manejan muchos medios de comunicación, porque cuando Irak era un espectáculo mediático se realizaban grandes coberturas. Como ya he dicho, una vez consumada la invasión se decidió traspasar la atención a Kabul y los medios se fueron a Kabul. Hace cinco años que un medio latinoamericano no envía un corresponsal a Irak, y hoy Irak, después de casi ocho años de ocupación, es un país devastado, con un saldo de 1,2 millones de muertos civiles, según la revista médica británica The Lancet. Por ello, lo considero como el primer genocidio del siglo XXI. La palabra genocidio tiene muchas acepciones, pero si se denomina genocidio a las matanzas en Ruanda en los años noventa en las que murieron entre 800.000 y 900.000 personas, o a las matanzas de los Jemeres Rojos en Camboya en los años setenta, donde murieron 1,7 millones de personas, la cifra de 1,2 millones de muertos de Irak en siete años y medio es un genocidio. Hay muchas declaraciones por parte de políticos y jefes militares de EE.UU. que en 2004 hablaban de que habría que exterminar a todos los iraquíes, matarlos como cucarachas: querían un Irak sin iraquíes –como dicen los que quieren una Palestina sin palestinos–.

Pero junto al vergonzoso genocidio, se ha sufrido además un "urbicidio". En 2003 se destruyeron grandes infraestructuras. En paralelo, está el negocio de la reconstrucción con las complicidades de las grandes empresas constructoras o de seguridad estadounidenses –Halliburton, Blackwater– estrechamente relacionadas con el Gobierno de Bush. No se ha reconstruido ni el 5% de los edificios que se destruyeron durante la invasión. Hay también un "memoricidio". Se ha destrozado la memoria de la humanidad –como se considera a esa zona de confluencia de los ríos Tigris y Eúfrates– con total impunidad. Han desaparecido obras de arte que en su mayoría no se han recuperado. A día de hoy, se corta la energía eléctrica cada cuatro horas, hacen filas de cuatro kilómetros para conseguir gasolina –¡en Irak, que nada sobre petróleo!–, no hay anestesia en los hospitales. Cuando explota un carro bomba y la noticia dice que hay 40 muertos y 60 heridos, de esos heridos es muy probable que 55 de ellos fallezcan.

Para destruir una sociedad hay que destruir la educación y las cabezas pensantes de esa sociedad. Hay más de 400 profesores universitarios desaparecidos y asesinados selectivamente en Irak, y otros cientos que se han tenido que ir. Así se descabeza la cultura y la intelectualidad de una sociedad. La situación sigue siendo dramática. Hay niñas de nueve años con cáncer de mama, producto de la utilización en la primera y segunda guerra de Irak del uranio empobrecido, un revestimiento que se utiliza en los armamentos y que ha dejado radiactividad, sobre todo en el sur, en la zona de Basora. Están naciendo –y muriendo inmediatamente– niños totalmente deformes, y a causa de ello se dice que se está produciendo en Irak la atrofia del ADN humano. También nacen niños con esas malformaciones en EE.UU. porque los soldados que combatieron en la primera guerra del Golfo sufren lo que se denomina «semen ardiente», al estar contaminados también por el uranio empobrecido. Esta degeneración del ADN humano alcanza al ocupante y al ocupado. Ese es uno de los temas prohibidos en la agenda mediática oficial.

Hoy las matanzas se siguen cometiendo. Me parece una obscenidad que hoy día no se hable de lo que está sucediendo en Irak, que no se envíen corresponsales y que, por el contrario, se utilice la falacia de la retirada de las tropas ocupantes: se han retirado 50.000 hombres que se suponía que antes cumplían la función de tropas de combate. Pero, en realidad, estos 50.000 soldados no se han retirado de Irak; hay seis bases militares permanentes en Irak, y se han reconvertido en tropas de asistencia para la formación de 650.000 policías y militares iraquíes. También han quedado 4.500 soldados de las tropas de elite estadounidenses y el segundo ejército más poderoso bajo bandera de EE.UU. en Irak son los llamados elegantemente "contratistas", que son, simple y llanamente, mercenarios. Hay más de 15.000 mercenarios en Irak actuando de forma impune. Pertenecen a más de 35 empresas y a 15 nacionalidades, y, sin embargo, no se habla de ello. Además, hay más de 30.000 desaparecidos, hay centros clandestinos de detención y tortura, y se sigue cometiendo una de las más degradantes matanzas del siglo XXI. Es vergonzoso que, por acción u omisión, no sepamos lo que está sucediendo en ese país. Hace siete años declararon que se había terminado la guerra. Pero nunca hubo una guerra; hubo, nada más y nada menos, que una invasión y una posterior ocupación. Desde la falacia de la retirada de las tropas, quisiera que alguien me respondiera qué sucede con el más de un millón de muertos, con los miles de familias destruidas, con un tejido social totalmente colapsado y con la atrofia de la genética humana. Supongamos que las tropas se retiran mañana, ¿no debería responder alguien de las consecuencias de esta infame ocupación?

Lybian: Gadafi, neoliberalismo, el F€MI y los gobiernos supuestamente defensores de los derechos humanos

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Gadafi, neoliberalismo, el FMI y los gobiernos supuestamente defensores de los derechos humanos

Vicenç Navarro

Gadafi no siempre fue lo que es (y ha sido) desde hace ya años: un dictador corrupto y enormemente represivo. En realidad, en 1969, el Coronel Gadafi, entonces tenía 27 años, lideró un golpe a imagen y semejanza de su ídolo, el Coronel Nasser en Egipto, destronando al monarca Idris (que estaba bajo tratamiento médico en Turquía). En sus primeros años hizo reformas sustanciales, entre las que se encontraba una reforma agraria y la nacionalización del petróleo (mayor recurso del país), dedicando gran parte de los recursos obtenidos de la explotación del petróleo a mejorar sustancialmente el bienestar social de las clases populares y, muy en especial, los servicios de asistencia sanitaria y educación. Estableció también formas de participación de los obreros en los lugares de trabajo en las empresas (más de doscientas) que fueron nacionalizadas. Sus primeros años se caracterizaron también por un intervencionismo del estado en la economía de aquel país, que incluía la nacionalización del crédito a través del Banco Central Estatal. Gadafi presentó aquella experiencia como la tercera vía entre capitalismo y el socialismo, asociado entonces a la Unión Soviética.

Hubo, sin embargo, notables diferencias también entre Gadafi y Nasser. Y una de ellas fue que a diferencia de Nasser, Gadafi no quería establecer un estado laico, sino islámico. Pero, en este intento se enfrentó con un movimiento islámico más radical que intentó incluso asesinarle más tarde en 1993. Esta corriente radical tenía lazos con Al Qaeda, también influyente en Marruecos y Argelia. De ahí que Gadafi fuera un enemigo acérrimo de Al Qaeda y que durante y después del ataque de Al Qaeda a las Torres Gemelas en Nueva York, Gadafi apoyara al gobierno Bush en su lucha contra el terrorismo islámico. Vijay Prashad, en su ensayo The Lybian Labyrinth, hace explícitas muchas referencias favorables que Gadafi hizo a la política del Presidente Bush en contra del terrorismo del radicalismo islámico. Fue entonces cuando el Presidente Aznar aplaudió a Gadafi y su apoyo a la guerra en contra del terrorismo islámico del Presidente Bush.

El cambio de su política económica

Su tercera vía se transformó, más tarde, en capitalismo popular, desarrollando políticas públicas que cambiaron significativamente muchas de las reformas que había realizado en los primeros años de su mandato. En muchos aspectos fue un giro de 180 grados. Una de tales medidas fue favorecer la privatización de las empresas productoras y distribuidoras de petróleo, facilitando y estimulando la inversión extranjera, la cual alcanzó su máxima expresión en la década de los noventa. El máximo arquitecto de estas medidas privatizadoras de la industria del petróleo fue Shokri Ghanem que fue primer ministro del gobierno Gadafi y dirigía la poderosa Compañía Nacional del Petróleo (Nacional Oil Corporation).

Las compañías que se beneficiaron de estas privatizaciones estaban incluidas en un amplio abanico, desde Occidental Petroleum, a China Nacional Petroleum. Ni que decir tiene que los gobiernos occidentales, y muy en especial los europeos, compitieron para conseguir favores de Gadafi. El gobierno de Blair incluso liberó a los responsables del atentado terrorista del avión Pa Nam, que había ocurrido en territorio británico y Berlusconi realizó campañas de promoción de Gadafi que alcanzaron niveles histriónicos que el presidente italiano justificó indicando que “la prevención de la inmigración ilegal y el petróleo” bien valían sus agasajos. Y para no ser menos el Presidente Aznar primero, seguido del Presidente Zapatero y del Monarca español, todos ellos visitaron a Gadafi con su lista de ruegos e inversiones.

Estas privatizaciones alcanzaron a la mayoría de las empresas públicas, que realizadas dentro de un sistema dictatorial, fueron acompañadas de una gran corrupción que enriqueció a los miembros de la familia Gadafi, y muy en especial a uno de sus hijos que aspiraba a ser su sucesor. Todos estos cambios privatizadores (que fueron alabados por el entonces Presidente Aznar) se hicieron bajo la supervisión del Fondo Monetario Internacional (FMI) que, en su último informe, señalaba el estado de la economía de Libia como muy bueno. En realidad, como también había ocurrido en Túnez y Egipto, los indicadores de crecimiento económico libios eran altamente positivos.

Lo que esta visión optimista de la economía libia ignoraba y ocultaba es que tales medidas, apoyadas por el FMI, estaban dañando muy seriamente a las clases populares y a la clase trabajadora. Las medidas neoliberales que determinaron la subida de los precios de los alimentos y la eliminación de los subsidios públicos crearon revueltas que precedieron a la última movilización popular. Y como en Túnez y Egipto determinaron, por fin, que las clases populares salieran a la calle, intentando forzar la dimisión de Gadafi y el final de su dictadura. En esta movilización coinciden movimientos laicos junto con movimientos islamistas que son los que reciben mayor atención de los medios de información internacional. Una vez más el Fondo Monetario Internacional, al presionar a las élites dictatoriales a llevar a cabo políticas de claro corte neoliberal, estaban afectando negativamente las difíciles condiciones que la población libia tenía que padecer, forzándoles a salir a la calle para protestar y exigir al dictador y a su camarilla corrupta el final del régimen. Es interesante, por cierto, subrayar que una de las primeras medidas que tomó la Junta Militar en Egipto fue, además de prohibir las huelgas, abandonar gran parte de las políticas neoliberales que el FMI había exigido al gobierno Mubarak.

Una última observación. La mayoría de las armas y equipamientos de represión que Gadafi tiene a su disposición fue suministrada por EEUU, Gran Bretaña (especializada en equipamiento policial), Francia y España. Como bien ha indicado Tarecq Amer en su ensayo “Oil, Arms and the Imperial Enterprise in North Africa”, hablar de Gadafi es hablar de corrupción y armas para adquirir petróleo por parte de poderes autodefinidos como defensores de los derechos humanos, incluyendo España.