Concentración de protesta por la concesión del premio Cortes de Cádiz a Alvaro Uribe


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Rebelión

Diversos grupos pro derechos humanos, organizaciones de la izquierda colombiana e Izquierda Unida (IU), han organizado una concentración cívica a las 11:00 horas frente a la embajada de Colombia (Paseo General Martínez Campos 48. metro Gregorio Marañon o Rubén Darío). la Casa América de Madrid, en protesta por la concesión a la misma hora en esa institución al Presidente de Colombia, Álvaro Uribe de premio “Cortes de Cádiz a la Libertad” por parte del Ayuntamiento de Cádiz, gobernado por el PP.

El senador de Izquierda Unida Joan Jusep Nuet ha denunciado el acompañamiento que PP y PSOE realizan de la figura de Álvaro Uribe, “personaje de profundas convicciones no democráticas, con actuaciones que han acompañado la violencia paramilitar y colaborador intimo de la estrategia de sumisión para toda América Latina diseñada por la anterior administración norteamericana” Nuet ha recordado también el posicionamiento de Amnistía Internacional que con motivo de la visita a España del presidente colombiano Álvaro Uribe, ha exigido al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero que deje de ignorar las violaciones graves y sistemáticas de los derechos humanos que siguen perpetrándose en Colombia. En las últimas dos décadas, entre tres y cuatro millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares en Colombia. En 2007, fueron más de 300.000 personas las que quedaron desplazadas, y en la primera mitad de 2008, 270.000 sufrieron desplazamientos forzados. En la actualidad se calcula que hay cuatro millones de personas desplazadas , muchas de ellas pertenecientes a pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes, defensores de los derechos humanos, sindicalistas, mujeres y niños.

Al menos 300 civiles fueron asesinados en 2007 por los grupos paramilitares, en muchos casos en connivencia con las fuerzas de seguridad . Además, las estadísticas más recientes señalan que las ejecuciones extrajudiciales cometidas directamente por las fuerzas de seguridad han aumentado considerablemente en los últimos años. Asimismo, en 2007, al menos 190 personas fueron víctimas de desaparición forzada a manos de las fuerzas de seguridad y los paramilitares, o se encuentran en paradero desconocido después de ser secuestradas por los diferentes grupos armados de oposición.

La organización humanitaria ha asegurado que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero "no puede continuar obviando el hecho de que la situación de derechos humanos y humanitaria de Colombia sigue siendo grave, que el país continúa en medio de un conflicto armado y que los grupos paramilitares siguen operando" con la impunidad que otorga la connivencia con las autoridades, y ha recordado que su obligación es priorizar una agenda de derechos humanos en las relaciones bilaterales con Colombia.

Además, Amnistía ha instado al Gobierno español a suspender la ayuda militar y toda transferencia de equipo militar a las fuerzas armadas colombianas hasta que se hayan aplicado plenamente las recomendaciones de Naciones Unidas, de modo que "no exista un peligro evidente de que la ayuda y el equipo vayan a utilizarse para facilitar graves violaciones de derechos humanos y del derecho internacional humanitario en Colombia". Según las últimas estadísticas oficiales, en el primer semestre de 2008 el Gobierno del PSOE autorizó a Colombia la venta de 110 millones de euros en "aeronaves" .

AI ha mostrado su preocupación por el hecho de que las autoridades colombianas tachen de "afines a la guerrilla" a algunos periodistas. Muchos de ellos, como los sindicalistas y los defensores de los derechos humanos, son amenazados de muerte, y algunos acaban asesinados.

La organización ha recordado también que el proceso de desmovilización de los grupos paramilitares impulsado por Álvaro Uribe supone que nueve de cada diez paramilitares desmovilizados se beneficien de amnistías de facto . Además, desde que comenzaron a declarar ante las unidades de Justicia y Paz previstas por la Ley, al menos 15 personas relacionadas con el proceso fueron víctimas de homicidio y alrededor de 200 personas más recibieron amenazas.

Somalia: nos mienten sobre los piratas


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Johann Hari, Global Research

¿Quién podría imaginar que en 2009, los gobiernos del mundo declararían una nueva guerra a los Piratas? Mientras está leyendo esto, la Marina británica – apoyada por los buques de más de dos docenas de naciones, desde los Estados Unidos hasta China – se está internando en aguas de Somalia para perseguir a hombres que todavía vemos como villanos de circo con un loro en el hombro. Pronto estarán luchando contra buques somalíes y hasta persiguiendo a los piratas en tierras de Somalia, uno de los países más rotos de la tierra. Pero detrás de la extravagancia de este cuento, hay un escándalo por contar. La gente que nuestros gobiernos etiquetan como “una de las grandes amenazas de nuestros tiempos” tiene una historia extraordinaria que contar – y algo de justicia de su parte.

Los piratas nunca han sido exactamente lo que creemos que son. En la “edad dorada de la piratería” – desde 1650 hasta 1730 – la idea del pirata como el ladrón salvaje e insensato que perdura hasta nuestros días fue creada por el gobierno británico en un gran esfuerzo propagandístico. Mucha gente corriente creyó que esto era falso: con frecuencia la muchedumbre les rescataba de la horca. ¿Por qué? ¿Qué vieron entonces que nosotros no vemos ahora? En su libro Villains of all nations (Villanos de todas las naciones), el historiador Marcus Rediker escudriña las pruebas para averiguarlo. Entonces, si te alistabas en la Marina Mercante o en la Marina británica – reclutado en los muelles de Londres, joven y hambriento – terminabas en un infierno flotante de madera. Trabajas a todas horas en un buque angosto y medio muerto de hambre, y si remoloneabas algo, el todo poderoso capitán te azotaba. Si remoloneabas constantemente, te podrían tirar por la borda. Y después de meses o años soportando esto, a veces te timaban en la paga.

Los piratas fueron los primeros en rebelarse contra este mundo. Se amotinaron contra sus capitanes tiránicos – y crearon un modo distinto de trabajar en la mar. Una vez tomado un buque, los piratas elegían a su capitán, y tomaban todas sus decisiones colectivamente. Compartían el botín, lo que describe Rediker como “uno de los planes más igualitarios del siglo dieciocho para aprovechar los recursos disponibles”. Hasta acogían a esclavos africanos y convivían con ellos como iguales. Los piratas demostraron “de forma bastante clara y subversiva – que no hacía falta llevar el buque en la manera opresiva y brutal que lo hacían la Marina Mercante y la Marina británica”. Es por esto que eran populares, a pesar de ser ladrones improductivos.

Las palabras de un pirata de esa edad perdida – un joven británico llamado William Scott – deberían tener eco en esta nueva edad de piratería. Justo antes de que lo ahorcaran en Charleston, Carolina del Sur, dijo: “Lo que hice fue para no perecer. Fui obligado a hacerme pirata para sobrevivir”. En 1991, cayó el gobierno de Somalia, situado en el Cuerno de África. Sus nueve millones de habitantes han estado al borde de morirse de hambre desde entonces – y muchas de las fuerzas más feas del mundo occidental han visto esto como una estupenda oportunidad para robar las provisiones de comida del país y verter nuestros residuos nucleares en sus mares.

Sí: residuos nucleares. En cuanto desapareció el gobierno, llegaban misteriosamente buques europeos a la costa de Somalia, vertiendo enormes barriles en el océano. La población de la costa empezaba a enfermar. Al principio, padecieron extrañas erupciones, nausea, y nacieron niños malformados. Entonces, después del tsunami de 2005, cientos de estos barriles vertidos y con fugas terminaron en la orilla. La gente empezó a enfermar de la radiación, y más de 300 personas murieron. Ahmedou Ould-Abdallah, el enviado de Naciones Unidas a Somalia, declara: “Alguien está vertiendo material nuclear aquí. También hay plomo, y materiales pesados, tales como cadmio y mercurio – o sea, de todo.” Se puede seguir su rastro hasta los hospitales y las fábricas europeos, y se entrega a la mafia italiana para que ésta se deshaga de ello de la manera menos costosa. Cuando pregunté a Ould-Abdallah qué hacían los gobiernos italianos para combatir esto, dijo con un suspiro: “Nada. Ni se ha limpiado, ni ha habido compensación ni prevención.”

Al mismo tiempo, otros buques europeos han estado saqueando los mares de Somalia de su mayor recurso: el marisco. Hemos destruido nuestras propias existencias de pesca por sobreexplotación – y ahora queremos las suyas. Enormes palangreros roban cada año más de 300 millones de dólares en atún, gambas, langosta, etc. al internarse ilegalmente en los mares no protegidos de Somalia. Los pescadores locales han perdido de buenas a primeras su sustento, y se están muriendo de hambre. Mohammed Hussein, un pescador de la ciudad de Marka, a 100 kilómetros de Mogadishu, declaró a Reuters: “Si no se hace nada, pronto no quedará pesca en las aguas de nuestra costa”.

Éste es el contexto en el que han surgido los hombres que nosotros llamamos “piratas”. Todo el mundo está de acuerdo en que eran pescadores corrientes somalíes que primero intentaron disuadir con lanchas veloces a los que vertían residuos desde los palangreros o por lo menos cobrarles un tributo. Se llaman a si mismos los Guardacostas Voluntarios de Somalia – y no es difícil entender por qué. En el transcurso de una entrevista telefónica surrealista, uno de los dirigentes piratas, Sugule Ali, dijo que su propósito era “parar la pesca ilegal y vertidos en nuestras aguas... No nos consideramos bandidos de los mares. Los bandidos son aquellos que pescan, vierten residuos y llevan armas en nuestros mares.” William Scott habría entendido estas palabras.

No, esto no justifica la toma de rehenes, y sí, algunos son evidentemente gángsteres – especialmente aquellos que han retenido los suministros del Programa Mundial de Alimentos. Pero los “piratas” tienen el apoyo abrumador de la población local por algo. El sitio web de noticias independiente somalí WardherNews encuestó a la población local sobre su opinión del tema – un 70 por ciento “apoyó la piratería como forma de defensa nacional de las aguas territoriales del país”. Durante la Guerra de Independencia de Estados Unidos, George Washington y los padres fundadores pagaron a piratas para proteger las aguas territoriales de su país porque no tenían marina ni guardacostas propios. La mayoría de los estadounidenses los apoyaron. ¿Es esto tan diferente?

¿Esperábamos que los somalíes hambrientos nos mirasen pasivamente desde sus playas o mares en medio de nuestros residuos nucleares mientras robábamos sus peces para comerlos en los restaurantes de Londres, París y Roma? No actuamos cuando se cometían estos crímenes - pero cuando algunos pescadores respondieron interrumpiendo el pasillo de tránsito del 20 por ciento del suministro de petróleo mundial, empezamos a gritar sobre la “maldad”. Si de verdad queremos ocuparnos de la piratería, necesitamos erradicar su causa – nuestros crímenes – antes de mandar los cañoneros para erradicar a los criminales somalíes.

La guerra contra la piratería, también ésta de 2009, fue resumida por otro pirata que vivió y murió en el cuarto siglo antes de Cristo. Se le capturó y llevó ante Alejandro Magno, que quiso saber “qué quería decir con guardar el mar”. El pirata sonrió y respondió: “Lo que quiere decir Vd. con apoderarse de toda la tierra; pero como yo lo hago con un barco insignificante, soy un ladrón, mientras que a Vd., que lo hace con una gran flota, lo llaman emperador.” Una vez más, nuestras grandes flotas imperiales navegan hoy - ¿pero quién es el ladrón?

Traducido para Rebelión por Christine Lewis Carroll

Arcadi Oliveras. “El lema válido del capitalismo es privatizar los beneficios y socializar las pérdidas.”


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Montse Sintas, Periodista (Cáritas)

Una no se puede restar indiferente escuchando los argumentos claros y contundentes de Arcadi Oliveres, profesor de Economía Aplicada a la Universidad Autónoma de Barcelona, reconocido defensor de los derechos humanos, de la justicia social y de la no violencia.

Especialmente, cuando se indigna por la tacañería de los Estados a la hora de destinar el 0,7 del PIB en los países empobrecidos mientras sacan dinero escondido para que los bancos no quiebren. Era, es, dinero de todos que no ayuda a los que de veras lo necesitan.

¿Qué opina como economista de un sistema económico que entra en crisis de manera cíclica?

Efectivamente el capitalismo entra en crisis económica porque lo que se pretende es maximizar el beneficio. Por eso llega un momento en que ya no se pueden hacer más beneficios, y bajan, y entonces los inversores dejan de invertir y se generan situaciones de dificultad y de paro. Particularmente opino que el capitalismo es un sistema económico que no responde a la definición básica de economía. A mí me enseñaron en la Facultad que la economía es aquella ciencia que intenta administrar los recursos que nos venden dados por la naturaleza para transformarlos, y con su transformación obtener bienes y servicios que satisfagan necesidades humanas.
Y si hemos de entender de esta modo es evidente que el capitalismo no cumple las normas de la economía. Tenemos un capitalismo a nivel mundial y vemos cómo las tres cuartas partes de la población mundial no ven cubiertas sus necesidades. Por tanto, es un sistema que no funciona y que está herido desde su nacimiento.

Nuestros gobernantes nos animaron a consumir con el fin de contrarrestar los efectos de la crisis ...

A mí me da mucho miedo que nuestros dirigentes llamen a aumentar el consumo. Pienso que, precisamente, una crisis como la actual nos ofrece un muy buen momento de reflexión para pensar si tenemos que continuar con un sistema que lo que pretende es, cada vez más, abusar de los recursos, abusar de los límites del planeta y, en definitiva, ir hacia una situación que será realmente dificultosa para las próximas generaciones, o tenemos que pensar en alternativas como, por ejemplo, el decrecimiento. Evidentemente, si tenemos que consumir un poco menos y eso quiere decir apretarnos el cinturón, es de justicia que los privilegiados del Primer Mundo (que no son todos, y en Cáritas lo sabéis bien) seamos los primeros en llevarlo a cabo. Lógicamente los más ricos deben apretarse más el cinturón que los demás. Pero pienso que, razonablemente, nunca debe hacerse una llamada a aumentar el consumo porque eso quiere decir, todavía más, potenciar nuestro sistema abusivo de bienestar y de derroche de los recursos.

En Cataluña hemos pasado de ser una sociedad industrial a una sociedad de servicios. Se dice que la industria automovilística está en crisis. ¿Hacia dónde habría que ir para crear ocupación?

Bueno, es evidente que la sociedad catalana y también la española han pasado a ser una sociedad de servicios. Tendríamos que aprender de lo que ha pasado a otros países. Recuerdo cuándo en Valencia se instaló la fábrica Ford (por cierto, la misma fábrica desmontada de Alemania que se había trasladado aquí). Todos los países en un momento dado de su crecimiento sacan determinadas industrias que son intensivas y de mano de obra y buscan nuevas vías, en la tecnología, por ejemplo. Alemania superó aquella situación y buscó nuevos mercados: la robótica, la informática. En el Estado español podría ser la respuesta pero no lo es.

¿Por qué?

Porque entrar en nuevos sectores significa haber realizado una investigación científica previa muy importante y en el Estado español la búsqueda científica es la parienta pobre. Se gasta muy poco en investigación y, además, desde Justicia y Pau hemos denunciado que una parte importante de la investigación es de carácter militar. Hay que cambiar el planteamiento. Por otra parte, no creo que las industrias automovilísticas estén en crisis. SEAT presentó, el año 2008, un ERO que afecta a 4.500 personas y, ahora, en enero del 2009, un segundo expediente de regulación que afecta a 5.300 personas. Sin embargo,en el año 2007 obtuvo unos beneficios de 4.300 millones de euros. ¿Con qué razón puede decir ahora esta empresa que no necesita a los trabajadores? ¿Sólo para maximizar sus beneficios? Yo lo que haría seria vigilar muy de cerca a estas empresas.

Y no lo hacen ...

En vez de eso los gobiernos las subvencionan. Como los 40.000 millones de pesetas que el Gobierno de la Generalitat dio a SEAT hace unos años para que se mantuviera aquí. Si ahora SEAT se fuera, estoy seguro de que no se atreverían a reclamárselos. En conjunto todo hace un poco de miedo y de pena. Que el señor Montilla tenga que ir al Japón a pedir que no cierren los de Nissan y, después, esos mismos de la Nissan todavía dicen que no es seguro de que no haya despidos. Mire, a toda esta gente, controlada y se acabó.

Algún economista ha llegado a justificar la necesidad de que haya crisis cíclicas porque así el sistema expulsa los que no pueden seguir, a los más débiles ...

Pues este economista no tiene derecho a llamarse economista..Me remito al concepto de economía. Quien dice eso respeta muy poco la dignidad humana. Y el economista que no respeta la dignidad humana no merece el nombre de economista. Sus argumentos para mí no tienen ningún tipo de credibilidad.

¿Cómo interpreta que pese a la bonanza económica de los últimos años no se haya reducido la pobreza tal y como evidencia el último informe FOESSA sobre la realidad social española?

Porque el capitalismo puede llegar a servir para producir pero nunca para distribuir. Y cuándo se trata de distribuir, siempre acaba favoreciendo el más rico, tanto en fiscalidad, los impuestos, los beneficios, como incluso en situación de crisis: lo que se hace es proteger los poderosos para que no quiebren y en cambio, dejar desprotegidos aquéllos que son más débiles. Yo pienso que en el capitalismo sólo es válido un único lema "privatizar los beneficios y socializar las pérdidas".

El decrecimiento que antes apuntaba, ¿puede contribuir a repartir mejor la riqueza?

Considero imprescindible avanzar hacia el decrecimiento. Lo que ocurre es que los políticos que toman decisiones y los empresarios no se lo plantean. Parece que estén todos imbuidos de una misma idea: maximizar cada vez más las ganancias, la producción, las exportaciones, sin tener en cuenta que lo que importa es la calidad de vida de la gente. Pero tal como están las cosas y tal como actúan los medios de comunicación, predicar una cosa de este estilo puede resultar incluso contraproducente. Estoy seguro que si se presenta un candidato, del partido que sea, diciendo que lo que quiere es reducir el PIB y la renta per cápita, lo que conseguirá es que no lo voten.

¿Qué hay que hacer, pues?

Una pedagogía muy importante. Ser conscientes de que los recursos del planeta son limitados. Los que viven en el Tercer Mundo y los pobres del Primer Mundo tienen derecho también a adquirir estos bienes y, por lo tanto, hace falta reducir nuestro crecimiento. No todo el mundo, por descontado, porque todavía hay gente que tiene que seguir creciendo y no le podemos aplicar el decrecimiento. Pero hay muchos países industrializados en donde tendría que empezar a imponer de forma radical.

Desde 1970, cuando las Naciones Unidas pidieron que los países ricos del mundo destinaran el 0,7% de su PIB en países en vías de desarrollo, sólo cinco países lo hacen. ¿Cómo lo valora?

Como una vergüenza. Ya desde los inicios en Justicia y Pau nos apuntamos a esta campaña, con Joan Gomis al frente. Después de veintisiete años en que eso no se ha conseguido esto, ahora el señor Rodríguez Zapatero es capaz de dar a finales del año pasado una inyección de dinero a los bancos de 50.000 millones de euros, exactamente nueve veces el 0,7%. Es decepcionante que en tantos años no se haya conseguido y que ahora la ayuda vaya a los bancos, cuyos directivos tienen más bien sueldos astronómicos y cuyos negocios son, en ocasiones, dudosos. Es escandaloso.

Pese a ello, sigue creyendo que otro mundo es posible.

Sin duda, necesario y urgente. Porque lo que tenemos ahora es extraordinariamente injusto. Sólo hay que recordar el dato que recientemente hacía pública la FAO: 950 millones de personas que pasan hambre en el mundo. Y los 66.000 muertos diarios de hambre. Pero eso no es noticia desgraciadamente, sólo es una estadística.

¿Qué es el decrecimiento?

Una corriente de pensamiento político, económica y social favorable a la disminución regular de la producción económica. El objetivo es establecer una nueva relación de equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, y entre los propios seres humanos. Georgescu-Roegen, Latouche y Gorz lo defienden.

Declaración de Alianza Social Continental frente a la reunión del G20


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ASC

La actual crisis económica internacional ha significado en primer lugar la bancarrota de la ideología neoliberal. Es preciso decir que el epicentro del terremoto financiero no estuvo en los llamados países en desarrollo sino en los países más poderosos que impusieron durante todos estos años las terapias de choque al resto del mundo con el argumento de estabilizar la economía. Justamente ha sido el ilegítimo G8 formado por las mayores economías del planeta, que comandó con el auxilio de las instituciones financieras multilaterales y la OMC esta tragedia anunciada. Son estos los médicos que resultaron los peores enfermos, y si nunca tuvieron legitimidad para comandar el mundo, han perdido ahora toda autoridad para imponer sus recetas. La ideología del fin de la historia enfrenta su propio fin.

Los portavoces de la campaña mundial por el empequeñecimiento de los estados han sido sustituidos rápidamente por gigantes intervenciones económicas de los estados para rescatar bancos y empresas, cuyos precios en las Bolsas de Valores se han empequeñecido al extremo. Los grandes bancos de inversión, y muchas de las poderosas transnacionales como GM, Chrysler y otras gigantes acuden como falsas ovejas buscando la ayuda del estado.

A pesar del cataclismo, quienes condujeron hasta él insisten en evitar los cambios necesarios para darle una salida a la crisis que no perjudique a millones de personas y procuran encontrar caminos para que los poderosos sean rescatados a costa de los trabajadores y de la gente común.

A pesar de la indignación popular que crece a cada día en los países centrales, estos dueños de la verdad pretenden en el mayor fingimiento, mantener las operaciones de “rescate” y las mismas recetas que condujeron a la crisis sin precedentes que vivimos.

Encontrar una salida favorable a los pueblos exige ir a la raíz de la crisis que es la imposición de la maximización del lucro de los grandes inversionistas como principio motor de la economía y de la sociedad.

El proceso de liberalización del comercio y las inversiones significó el desmonte de los pocos elementos de regulación que fueron construidos en el marco internacional después de la Segunda Guerra Mundial, creando realmente un mercado mundial sin restricciones ni obstáculos para el capital, con aumentos en la concentración de ganancias en escala verdaderamente internacional. Y son justamente el comercio y las inversiones liberalizadas los vectores globales de la crisis bancaria que se expande a cada día para el conjunto de los países del mundo capitalista.

Y esa brutal acumulación ha sido realizada en un mundo que fue colocando en competición a todos los trabajadores y trabajadoras entre sí, al mismo tiempo en que no les permite el acceso a esa producción ampliada, a pesar del derrame de crédito barato.

Por eso a la hora de las soluciones conservadoras se habla en mantener y ampliar el crédito y en regulación de los mercados para que el capital ficticio no pueda continuar el estilo laissez faire que lo llevó a su propia ruina.

Sin embargo, esta crisis se da en un marco muy diferente de crisis civilizatoria. El crecimiento ilimitado de la producción está cuestionado de forma contundente.

El actual modelo de desarrollo que persiste en el centro y la periferia del sistema y los patrones de consumo especialmente de los países ricos pero también de sectores y grupos del Sur, se han evidenciado completamente insustentables.

Por estos motivos la Alianza Social Continental denuncia públicamente el carácter ilegitimo, antidemocrático y sin transparencia de este G20, que continua la lógica del G8 aún cuando se le sumen algunos miembros del Sur.

Los movimientos sociales nos pronunciamos por:

  1. el rechazo al principio de la liberalización progresiva del comercio y las inversiones.
  2. la reformulación de las reglas y principios del comercio internacional y de las inversiones de forma a permitir el desarrollo sustentable y con equidad social de todos los países.
  3. el fortalecimiento de mecanismos de gobernabilidad global transparentes y democráticos que permitan la convivencia internacional armoniosa y sustentable de los pueblos del mundo.
  4. la garantía social plena de los derechos fundamentales a la alimentación, el agua, la vivienda, la salud, la educación, la cultura y el ambiente sano, por encima de cualquier derecho de los inversionistas y sin estar sometidos al ánimo de lucro.
  5. la extensión de la propiedad y la intervención económica públicas para garantizar estos derechos, así como también los beneficios comunes de la producción y servicios estratégicos como la energía, los bancos y las comunicaciones.

Finalmente, en el continente americano y América Latina en particular, sus movimientos y organizaciones sociales, que han enfrentado en los últimos años con bastantes éxitos al libre comercio y la globalización neoliberal, asumimos el desafío de construir la integración regional como respuesta estratégica a la crisis que también afecta a la región.

La integración regional, más que una posibilidad, aparece hoy como una alternativa viable para que los países de la región superen la crisis económica global a través de la creación de lazos económicos dinámicos y solidarios entre ellos y caminen hacia un nuevo modelo de desarrollo, más sustentable y justo que el que hasta hoy fue delineado en nuestros países.

La Integración regional desde los pueblos de la región ofrece mayores oportunidades para nuestros países, pues puede sobreponer el principio de la solidaridad al de la competencia salvaje y el libre mercado, que como sabemos, y bien lo ha demostrado esta crisis, ni lleva al equilibrio ni apunta a la justicia, como pretenden algunos teóricos. Esta integración deberá estar fundada en los principios de la complementariedad y solidaridad, y enfocada al alcance de sociedades más justas y equitativas económica y socialmente, donde el buen vivir de hombres y mujeres, sea el objetivo supremo.

La Alianza Social Continental apoya las movilizaciones que se desarrollan en todo el mundo entre el 28 de marzo y el 4 de abril frente a la reunión del G20.