ANSIAS, PODER, GRANDEZA, MULTINACIONALES...

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El fin de las treguas

Gustavo Duch Guillot, La Jornada

Fue cuando el mundo se agrandó que más visibles se hicieron las ansias de poder, grandeza y posesiones de los estados de entonces. Portugal, España, Holanda llenaban barcos de esclavos que volvían repletos de azúcar, café o especias. Cuando la mentira dejó sitio a la verdad, la historia habló de esquilmación, depredación o, sin más, robo de recursos naturales acompañado de violencia y opresión. Pareciera que unas naciones poderosas fueran las causantes de las desgracias y debilidad de otras.

Los años, las luchas y la dignidad de muchos pueblos corrigieron –sólo en parte– estos excesos. Una clase social nacida de extranjeros colonizadores y criollos buscafortunas se colocó en el escalón más alto de la sociedad. Desde ahí manejaba los hilos de países enteros como marionetas a sus órdenes. Y los desequilibrios permanecían inmutables.

En su refinamiento, los unos y los otros engalanaron sus malas artes bajo títulos nobiliarios y –mejor aún– como dueños y propietarios de empresas exclusivas: motores del desarrollo. Tan grande es el poder de estas empresas repartidas ya por todo el planeta que, ahora ya todito globalizado, los movimientos antisistema (reivindiquemos el término) han sabido señalarlas y desnudarlas frente a la sociedad como principales destructoras de un modelo de sociedad más justo. Las conocemos, sabemos cómo, cuánto, dónde y a quién dañan en sus operaciones.

Pero siguen ahí, las tenemos enfrente, cada vez son menos, pero sólo porque son más grandes, y nos rodean por todas partes. ¿Quién las defiende? ¿Quiénes son sus guardaespaldas? ¿Otra vez las naciones poderosas? ¿Ellas en autodefensa? No, las custodia el mismo que financió el viaje de Colón, el mismo que compraba y vendía esclavos, el mismo que acaparaba las mejores tierras, selvas o mares, el mismo que se enriquecía con cada una de las zafras: el Capital. Sería como un calamar gigante, donde él es el cabezón que se nutre con sus tentáculos, las multinacionales, de la caza de pequeñas piezas.

Hoy el capital ya no se esconde: se pasea ufano por todos los océanos y nos pide limosna. Porque recién pareció sufrir un ligero malestar, unos pocos estornudos, y todos hemos contribuido a su sanación. Ya parece superar lo que se viene a llamar, en términos médicos: crisis financiera. Los bancos ahorita socializados con nuestros ahorros disponen de nuevos recursos para generar más negocios. Incluso en algunos casos sin antifaz ni tentáculos de por medio, directamente: sus fondos de inversión se dedican a especular con los alimentos, comprar las mejores tierras fértiles de los países más pobres o adueñarse de los negocios que consideran más productivos y seguros (los alimentarios). Algunos ejemplos que nos ofrece Grain en uno de sus últimos informes explican que en estos últimos años de crisis financiera, Goldman Sachs y Deutsche Bank, por ejemplo, han invertido cientos de millones de dólares en comprar a los principales productores de cerdos en China. Barclays Bank está entre los inversionistas con mayores intereses en Zambeef, la agroempresa más grande de Zambia, y Citadel Capital, un fondo de inversión privado egipcio, está comprando tierra para producir alimentos por toda África. Ya asumió el control de un hato de 11 mil vacas destinadas a productos lácteos.

Nada nuevo, por otra parte. El capital siempre lo supo: los seres humanos necesitan alimentos para vivir, igual que él necesita seres humanos para multiplicarse. Es la infalible propiedad asociativa.

Pero, entonces, nos queda una equis por despejar: ¿quién escuda a El Capital? Sí, han acertado; centremos ahí la recuperación de un mundo posible, sin más treguas.

- Gustavo Duch Guillot es autor de Lo que hay que tragar y coordinador de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas

Jon Sistiaga en el Congo...

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¿Qué hay detrás de los grupos armados en la R. D. del Congo?


José García Botía, Rebelión

Pertenezco a una ONG (Umoya) que seguimos de cerca la situación de la R. D. del Congo y Ruanda desde hace más de 15 años. Leyendo las noticias día a día, oyendo la voz de incontables congoleños y ruandeses muy diversos, leyendo a veces largos artículos de análisis o interminables informes de diversos organismos internacionales u otro tipo de organizaciones, recibiendo información de grupos de la sociedad civil de la zona, intercambiando opiniones y también actuando para ver qué se puede hacer para poner nuestro granito de arena que ayude a acabar con esta situación de violencia tan compleja y tan mortífera.

Tras tantos años en que hemos intentado sin éxito que la prensa española se haga eco de la situación tan tremenda en que vive el Congo, ahora vemos con agrado la iniciativa que tuvo Jon Sistiaga de ir al Congo a grabar un documental para mostrar esa realidad que durante tantos años ha permanecido ignorada, aunque se ha de recordar que ya otros periodistas han hecho reportajes similares sobre el tema, como el equipo de En Portada (R. D. Congo. Minerales de guerra) o algún reportaje de Oskar Lepeide en la televisión vasca.

Es interesantísimo para los que desde hace años hablamos del expolio de las minas del Congo ver y tener imágenes de esa realidad. Después de verlos, a mí por lo menos me surgen muchas preguntas con respecto a esa realidad mostrada. Siempre me pregunto tras ver un reportaje de este tipo: ¿qué conclusión saca el espectador que ha visto el documental? ¿Llega a entender las causas de esa tragedia? Si comparamos la situación con el problema del consumo y tráfico de droga sería algo así como que el documental ha mostrado la dura realidad de la vida de los consumidores y pequeños traficantes callejeros, pero apenas se llega a ver la trama oculta de los grandes traficantes y la vida de las grandes fortunas relacionadas con este tráfico, y su vinculación o no con los elementos del poder. Personalmente reconozco que el problema es muy complejo y llegar a cierto nivel de información es sumamente difícil, y ya en el documental se dan algunas pinceladas de información de este nivel. Ni siquiera los que seguimos tantos años este tema de cerca tenemos una visión completa ni conocemos todas las claves ni la respuesta a muchos por qués. Pero la paciencia de muchos años y muy diversa gente haciendo un seguimiento de este problema proporciona alguna de esta información y claves de alto nivel, entre otras cosas porque algunos de los actores protagonistas han hablado con el paso de los años.

Sé que a veces una pequeña información adicional o poner una situación en contexto puede hacer que la comprensión de la misma se vea de forma incluso diametralmente opuesta. A veces una pequeña información es la clave que sirve para interpretar lo que sucede. Algunas de estas claves me gustaría aportar (las muchas o pocas de que dispongo, con las lagunas que también tienen), que creo pueden ayudar a entender mejor ciertas situaciones aparentemente sin sentido que se ven en el documental.

Una de las cosas que llama la atención es el hecho de las masivas violaciones de los grupos armados a las mujeres de cualquier edad en la zona. Incluso miembros del propio ejército congoleño también violan. ¿Qué explicación tiene esto? ¿Es una costumbre en la región? ¿Han sido así siempre estos africanos? ¿Desde cuándo ocurre esto?

Es también extraño que habiendo una misión de cascos azules tan cerca del poblado que durante 4 días sufrió las agresiones y la violación de todas sus mujeres, los cascos azules no fueran en su auxilio. Simplemente alegan que no se enteraron. Puede ser lo cierto, pero a nosotros nos resulta extraño que esta no sea la primera vez que ocurre algo semejante. Más aún, normalmente a nosotros nos llega la información de este tipo de hechos al día siguiente o máximo dos días después de haberse cometido. Hay una red de información entre la sociedad civil –usando móviles y otros medios- para alertarse entre ellos de situaciones de este tipo, para alertar a la población para que huya. El Gobierno congoleño recibe esta información rápidamente también y la transmite rápidamente a los cascos azules… Estas situaciones en donde los cascos azules son los únicos que no se enteran se han repetido muchas veces ya, y sospechamos que no es casual. Podría ser cierto que en esa ocasión los cascos azules no se enteraran, pero lo extraño es que esta situación se repita de forma habitual. El pueblo del este del Congo, al ver que sistemáticamente desde los tiempos de la guerra los cascos azules no acuden a socorrerlos ante las agresiones de los grupos armados, aun avisándoles, después de tantos años así, ha llegado a la conclusión de que no es casual.

En el invierno de 2008 el general tutsi L. Nkunda atacaba poblados haciendo masacres indiscriminadas de civiles y los cascos azules se suponía que estaban allí para defender a la población local de las tropas de Nkunda. Lo que nos puede parecer contradictorio es saber que en esa época hubo manifestaciones en masa por las calles de Goma (Kivu Norte) en donde la gente pedía que se fueran los cascos azules del Congo. ¿Qué explicación tiene esto? ¿Por qué una población indefensa pedía que se fueran aquellos que NU había enviado para protegerles? ¿No era acaso una petición de dejar libre el terreno al agresor?

Nuestros informadores locales nos decían que bajo la apariencia de la ayuda de los cascos azules se ocultaba la realidad de ser un ejército al servicio de los agresores, no solamente no combatían a Nkunda, sino que le ayudaban. Concluían que la función de los cascos azules era que las tropas del ejército congoleño leales al Gobierno no pudieran vencer a Nkunda. Es decir: la misión de paz de NU tenía realmente por misión impedir que el Gobierno congoleño acabara con la guerra, haciendo que hubiera una guerra sin fin en el Congo. ¿Tiene esto algún sentido? A esta conclusión llegaban tras haber visto actuaciones realmente “extrañas de los cascos azules” durante años y también en esa guerra. En concreto ahora veían: los cascos azules recibían comida y municiones para abastecer al ejército congoleño que se enfrentaba a Nkunda, pero en vez de entregárselo a ellos lo entregaba a Nkunda; cuando se enfrentaban las tropas congoleñas y las de Nkunda, si los de Knunda ganaban los cascos azules nunca aparecían, pero si las congoleñas iban venciendo, entonces aparecían los cascos azules y se interponían en medio para evitar que las congoleñas vencieran totalmente a las de Nkunda; habían visto a Nkunda viajar en helicópteros de los cascos azules, a sus soldados usando vehículos de NU para poder desplazarse de un lugar a otro más rápidamente; los soldados congoleños se encontraban en algunos combates a cascos azules en las filas de Nkunda disparando contra ellos; también habían sorprendido en la selva en alguna ocasión a cascos azules intercambiando minerales por armas con los hombres de Nkunda... y finalmente lo ocurrido en Rumangabo: las tropas congoleñas recuperándose en el campamento de Rumangabo ven cómo un destacamento de cascos azules se acercan a ellos. Una extrañeza les inquieta pero no hacen nada. Cuando los cascos azules están encima de ellos empiezan a dispararles a bocajarro. Se dan cuenta entonces de que no son realmente cascos azules: son las tropas de Nkunda vestidas con los uniformes de los cascos azules. Se produce un montón de muertos en las tropas congoleñas. En esos momentos un general español está casualmente al mando de los cascos azules: el general Vicente Díaz de Villegas, que apenas acababa de tomar el mando. Al día siguiente –sin que lo sucedido en Rumangabo hubiera salido en la prensa- Villegas dimite sin dar a penas explicaciones, sólo dice algo así como que dimitía porque él no era realmente quien estaba al mando. Los cascos azules no denunciaron que los de Nkunda hubieran robado uniformes, ni alertaron a las tropas congoleñas de ello. Lo grave es que esta misma estrategia fue ya usada por Nkunda en 2004 para tomar la ciudad de Bukavu y en esa ocasión también usó los uniformes de los cascos azules y sus vehículos tranquilamente hasta llegar a la ciudad.

Esto, más que realidad, parece una trama de una novela de ciencia ficción poco creíble. Más adelante daré más información que ayuda a entender esto.

El documental habla continuamente de grupos rebeldes, principalmente de dos: las FDLR -constituidas por los extremistas hutu que realizaron el horrible genocidio de tutsis en Ruanda en 1994- y los mai mai. ¿Y quiénes son realmente estos grupos y qué quieren?

En 1998, cuando las tropas de Ruanda empiezan a invadir el este del Congo masacrando indiscriminadamente a la población civil para sembrar el terror y apropiarse así velozmente de las zonas mineras, ante el hecho de que no existiera prácticamente un ejército congoleño que se les opusiera, multitud de jóvenes congoleños se enrolan en los grupos mai mai con el objetivo de crear una milicia popular que se enfrentara a los invasores ruandeses y proteger en lo posible a la población. Durante años los mai mai fueron la resistencia popular a la agresión: ellos defendían a sus familiares y vecinos de los invasores ruandeses y ugandeses.

En 1998 Paul Kagame decía que sus tropas habían entrado en el Congo para perseguir a los hutu de las FDLR porque eran los causantes del genocidio de 1994 en Ruanda y porque se habían refugiado en el Congo para reorganizarse y lanzar un ataque con el que reconquistar el poder en Ruanda. Sin embargo los congoleños nos dicen que tras más de 15 años en que los soldados ruandeses están en el Congo, nunca han visto en ellos la intención de perseguir y enfrentarse a las FDLR para acabar con ellas. Lo que han visto es que sistemáticamente tomaban posesión de las minas, robaban la comida, instauraron la violación sistemáticas a la mujer como arma de guerra… y toda la riqueza de las minas del este iba siempre en camiones y aviones con destino a Ruanda y Uganda.

En 2003 acaba oficialmente la guerra por la que Ruanda y Uganda invadían el Congo, presuntamente para defender a Ruanda de las FDLR, pero curiosamente sin apenas muertos de las FDLR ¡pero habiendo dejado los invasores casi 4 millones de congoleños muertos y gran cantidad de minas de oro, diamantes y coltán expoliadas! En estos años de guerra Naciones Unidas no sanciona ni a Ruanda ni a Uganda, ni adopta medidas de presión para que cesen una guerra tan mortífera contra la población civil.

A partir de 2003 ya no se habla tanto de Uganda y Ruanda como los causantes del conflicto congoleño, ya que sus tropas oficialmente abandonaron el Congo. A partir de esos momentos empieza a hablarse de múltiples grupos “rebeldes”, especialmente las FDLR y los mai mais como los causantes de los conflictos de sangre. Sin embargo los minerales siguen saliendo del Congo hacia Uganda y sobre todo Ruanda. El Congo como país no los exporta, y siguen siendo los comerciantes ruandeses los que se llevan la parte importante del dinero. Y sigue siendo Ruanda la gran exportadora de los recursos mineros del este del Congo.

Kagame dice querer acabar con las FDLR. Pero según nuestros informadores locales lo curioso es que las FDLR además de tomar el control de minas, lo que hacen es vender los minerales a los intermediarios ruandeses que luego lo llevan a Ruanda. Por tanto si Kagame quisiera acabar con las FDLR lo primero que tendría que hacer sería ¡no comprarles a ellos los minerales y así dejar de financiarles! Y dado que el mercado negro de los minerales del Congo lo maneja él tendrían muy difícil seguir subsistiendo.

Pero el primer interesado en que el Congo sea un caos, en que haya grupos que se autodeclaren mai mai (aunque sus fines no sean los de los mai mai), en que haya FDLR que violen a las mujeres congoleñas, que saqueen las minas del Congo y vendan sus minerales a Kagame –supuestamente su enemigo-; en que no se entienda la complejidad del conflicto, en que parte del propio ejército congoleño saquee, viole y participe en el expolio de las minas para mandar los minerales a Ruanda… es precisamente Kagame ya que él es quien se beneficia. Y cuanto más se culpe a las FDLR y a los mai mai, menos se le acusa a él.

Lo del ejército congoleño necesita una explicación. ¿Quién constituye el ejército congoleño? ¿Por qué agrede a su propio pueblo?

Al final de la guerra de invasión de Ruanda, Uganda y Burundi al Congo (1998-2003) los ugandeses y ruandeses crearon varios grupos armados de “rebeldes congoleños” para así poder justificar que sus ejércitos habían abandonado el Congo y poder seguir teniendo un Congo desestabilizado y para que pareciera que no eran ellos quienes lo hacían sino grupos congoleños. Desde entonces han surgido multitud de grupos “rebeldes” todos con los mismos patrones: sembrar el caos, la confusión y el miedo, hacer ingobernable el este del pais (para que el Gobierno congoleño no pueda gobernar sus minas), violar sistemáticamente a las mujeres, hacer de vez en cuando algunas masacres y asesinar selectivamente a todos los líderes de la sociedad civil congoleña que molesten… y exportar los minerales a Ruanda. Todos tienen el mismo patrón, pero unos se autodeclaran FDLR (aunque los representantes legales de las FDLR digan que esos grupos no son FDLR), otros mai mai… y otros con otros nombres mucho menos conocidos porque quizás lo que interesa es que se hable sólo de estos dos grupos: para desprestigiarles ya que son los únicos que surgieron inicialmente como oposición al régimen actual de Ruanda. Por supuesto, también hay grupos armados desvinculados de cualquier trama política cuyo fin es puramente el bandidaje, y no olvido la tradición creada en tiempos de Mobutu en el ejército congoleño de asaltar a la ciudadanía, pero considero que es más significativo el plan de Kagame de infiltrar en el Congo a miembros de su ejército que se hagan pasar por “grupos rebeldes congoleños”, grupos “mai mai” o “FDLR” con el objetivo de sembrar el caos.

En los acuerdos de paz la comunidad internacional forzó al Gobierno congoleño para que los diversos grupos armados que habían luchado contra él se integraran y formaran el nuevo ejército congoleño: una jugada maestra, meter al zorro en el gallinero. O el Gobierno congoleño cedía o continuaba una guerra en la que en épocas habían muerto hasta 100.000 congoleños al mes sin que el resto del mundo se enterara (en la guerra de Iraq habrían muerto, según el Ministerio de Salud iraquí, de marzo de 2003 a junio de 2006 unas 400.000 personas -tres años-). El Gobierno congoleño, tras unos 4 millones de muertos y casi sin apoyos externos, cedió y desde entonces sus miembros -incluidos muchos mandos- son de tres orígenes distintos: los procedentes del original ejército congoleño, los procedentes de los grupos armados creados por Uganda (principalmente el MLC de Jean Pierre Bemba), y los procedentes de los grupos armados creados por Ruanda (principalmente el RCD de Ruberwa). Se da también el caso de que no todos los soldados ruandeses y ugandeses que entraron al invadir el Congo retornaron a su país de origen, sino que muchos permanecieron integrándose en estos grupos de “rebeldes congoleños”, de forma que también éstos pasaron a formar parte del nuevo ejército congoleño. ¿Qué quiere decir esto? Al Congo se le ha obligado a que parte de su ejército sea de origen ruandés/semiruandés y ugandés/semiugandés -incluidos ciertos mandos-.

Hay que añadir que desde la época de la guerra se producen de vez en cuando infiltraciones de tropas ruandesas que penetran fácilmente por la porosa frontera Congo-Ruanda. Muchas veces estos soldados van vestidos de paisano y llevan consigo a sus familias, otras veces se habla de “refugiados congoleños” que habían huído a Ruanda refugiándose de la guerra (¿no es esto absurdo, que para protegerse de los ruandeses busquen refugio en Ruanda?) y que volvían al Congo. Cada oleada de éstas suman cientos de personas y en ocasiones varios miles.

Muchas veces ha ocurrido lo siguiente. Algún grupo armado “congoleño” o “FDLR” empieza a atacar salvajemente un poblado. La gente, ante el temor de ser masacrada, huye en masa y ese poblado y sus tierras queda vacío. Entonces, casualmente, se produce un movimiento migratorio de “refugiados congoleños” que proceden de Ruanda y vuelven a sus tierras en el Congo, o un movimiento de familas ruandesas que silenciosamente se infiltran por la frontera hasta ocupar esas tierras. Y por si fuera poco los soldados ruandeses que participan en esas migraciones posteriormente se incorporan en grupos de “rebeldes congoleños”, forman un grupo “mai mai” o una facción de las “FDLR” que más tarde se integra en el ejército congoleño a cambio de firmar unos “acuerdos de paz”. Más tarde aparecerán facciones del ejército congoleño que violan mujeres, participan en el tráfico de minerales hacia Ruanda... La estrategia de Kagame fuciona porque cuenta con un respaldo internacional, incluido el Consejo de Seguridad de la ONU.

El caso es que ahora la prensa internacional y la ONU dicen que en estos momentos son principalmente los mai mai, las FDLR y facciones del propio ejército congoleño quienes violan a las mujeres, roban en las aldeas y en los caminos, hacen el pillaje de las minas... y a igual que sucede desde que en 1998 empezara la guerra, Kagame recibe solamente alguna crítica ligera y permanece prácticamente inmune.

La “comunidad internacional” sigue presionando al Gobierno congoleño para que la estrategia sea la desmilitarización e incorporación de esas facciones de grupos rebeldes al ejército congoleño, con lo que cada vez más éste tiene más soldados y mandos de origen ruandés o proruandés.

Para poder entender mejor la actuación contra natura de los cascos azules y de la comunidad internacional en este conflicto hay que hablar ahora de Ruanda y de su Presidente, Paul Kagame, que lidera el Frente Patriótico Ruandés (FPR).

Ruanda es un país muy pequeño (del tamaño de Galicia aproximadamente), muy poblado (unos 8 millones de habitantes) y con muy pocos recursos económicos. Paradójicamente cuenta con el ejército más numeroso, más disciplicado, mejor formado y mejor armado de la región. ¿Cómo es posible que haya creado y mantenga durante tantos años un ejército tan sobredimensionado a su economía? Actualmente lo mantiene gracias a dos tipos de ingresos “extra”: por una parte lo que sale de las minas del este del Congo sigue teniendo como destino principal Kigali, la capital de Ruanda, y nadie sabe los millones de dólares que esto supone anualmente; por otra parte la otra aportación importante son las fuertes ayudas al desarrollo que recibe el Gobierno ruandés de diversos países, especialmente de la Unión Europea y más concretamente del Reino Unido.

Para que la ayuda internacional siga llegando a Ruanda es preciso una serie de premisas como que en el país haya democracia o que Ruanda emplee bien el dinero de las ayudas que recibe, por lo que es primordial que su imagen permanezca limpia. Kagame crea varios partidos “de la oposición”, y a los auténticos opositores los encarcela o desaparecen para aparecer después misteriosamente degollados (como le ocurrió recientemente al Vicepresidente del partido Verde). Por otra parte los informes de la ONU pocas veces acusan a Ruanda con contundencia y muchos informes de la UE ponen a Ruanda y a su Presidente Kagame como modelo en África de buena gobernanza y desarrollo. Dentro de esta campaña de imagen está, por ejemplo, que Ban Ki Moon eligiera a Kagame como líder destacado de los países pobres y el más adecuado para copresidir la cumbre de NNUU sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio y de lucha contra la pobreza en este pasado septiembre.

Cuando el 2 de agosto de 1998 Ruanda empezó la invasión del Congo, la ONU miró a otro lado ¡y tardó 8 meses el Consejo de Seguridad en reconocer que había una guerra en el Congo! En abril de 1999 salió la primera resolución del Consejo de Seguridad hablando de este hecho. ¡Habrían muerto ya unos 800.000 ó 900.000 congoleños y la ONU sin hacer nada! Algo increíble, así como que la prensa no se enterara de esto.

¿A quién beneficiaba este “despiste” del Consejo de Seguridad y de la prensa? Evidentemente a los que invadían el Congo: Uganda, Ruanda y Burundi. ¿Quién había ayudado en la formación militar de estos países y financiado la creación de sus ejércitos en los años anteriores? Principalmente dos países: EEUU y el Reino Unido, dos países con derecho a veto en el Consejo de Seguridad. ¿A qué multinacionales ha ido a parar lo que sale de las minas del Congo?

Pero para que la UE siguiera otorgando ayudas de cooperación al desarrollo a Ruanda, era insostenible seguir haciéndolo con su propio ejército invadiendo el Congo y sacando sus minerales con total impunidad. Se buscó una solución al problema: su ejército dejarían de invadir y serían “grupos de rebeldes congoleños” quienes siguieran alimentando el conflicto, pero los minerales seguirían saliendo con destino a Kigali. De paso se trasladaría el enfoque del problema: serían los múltiples grupos “rebeldes” los que harían un caos del Congo y un país ingobernable. Incluso podría aparecer de cara a la luz pública que todo esto se hacía en complicidad y para el beneficio de ciertas multinacionales (siempre y cuando no se actuara en contra de ellas) y se daría más credibilidad al asunto. No habría quien entendiera qué pasaba en el Congo y aparecería como un problema sin solución. Esta es la impresión que muchas veces se tiene tras ver ciertos reportajes o leer ciertos informes oficiales o de algunas organizaciones.

Pero ¿por qué este trato mimado con Ruanda y en especial con su Presidente, Paul Kagame? Sencillamente porque toda la estrategia de saqueo y control del Congo necesita de un aliado africano cercano: en este caso es Ruanda. Al Gobierno de Ruanda se le ha de permitir todo y proporcionarle lo que necesite para que haga del Congo -del este en concreto- un país ingobernable. El Congo no recibe una ayuda internacional que le pueda ayudar a salir del pozo en que está: sería demasiado peligroso dejar que salga de la miseria con toda la riqueza que tiene. Es preciso que siga hundido para poder sacarle la mayor cantidad de minerales posibles.

Además está el problema de China. China tiene mucho interés en los recursos mineros del Congo. A diferencia de EEUU, Reino Unido, Bélgica y otros, China ha estado ajena a estos movimientos de la guerra y ha ofrecido al Congo comprarle minerales y pagarle a cambio con obras públicas. Los chinos están dispuestos a pagar al Gobierno congoleño (no a los traficantes) bastante por sus minas. Y el hecho de pagar con obras públicas es muy importante pues ese dinero no podría desviarse a los bolsillos de los gobernantes. En verano de 2008 el Gobierno congoleño ya había firmado algunos contratos con los chinos a cambio de importantes obras públicas, y “casualmente” en septiembre empezó de nuevo la guerra en el este, liderada por Laurent Nkunda, quien recibía la ayuda en la sombra de Kagame y de los cascos azules (¿tendrá que ver algo en esto que en última instancia el mando supremo de los cascos azules -por encima del mando militar- está a cargo del Representante Especial del Secretario General de NNUU para la R. D. del Congo, cargo que siempre ha recaído en un estadounidense o un británico, y que los EEUU son los principales financiadores de la misión de cascos azules en el Congo?).

El Reino Unido y Bélgica se encargan de marcar las posiciones de la UE en el tema, y a la UE no le interesa que un gigante como China entre también en el tablero de juego congoleño, por lo que puedan peder las multinacionales euopeas y prefiere seguir con las cosas tal y como están que permitir que cambien a “peor” para sus intereses. No se puede permitir que el Congo salga de la ruina ni que negocie con China, parece ser la consigna.

¿Se puede hacer algo o el Congo está destinado a la miseria y el sufrimiento hasta que se le extraiga el último gramo de mineral? ¿Quién hoy día puede oponerse a los intereses de EEUU en este caso en unión-permisividad con los intereses de la UE?

El plan trazado tiene un “talón de Aquiles”. La estrategia escogida pasa por el apoyo incondicional a una persona, Paul Kagame, especialmente sanguinaria. No ya cientos de miles de muertos sino millones son los que hay a sus espaldas y esto puede taparse sólo durante un tiempo, pero no de por vida. Y máxime si Kagame sigue actuando de la misma manera hasta hoy día.

El poner a Kagame -tutsi- en el poder ha supuesto no sólo unos 5 millones de congoleños muertos hasta hoy día, sino también muchos ruandeses. Unos 200.000 hutus fueron asesinados por el FPR de 1990 a 1994. Unos 800.000 tutsis fueron asesinados por los extremistas hutu en 1994 hasta que Kagame tomó el poder. Varios cientos de miles de hutus fueron asesinados por el FPR tras su toma del poder en Ruanda. De 1996 a 1997, unos 200.000 ó 300.000 hutus que se habían refugiado en el Congo (entonces Zaire) fueron asesinados por el FPR...

Y la represión interna en que viven hoy día los hutus y los tutsis disidentes dentro de Ruanda debido a las medidas opresoras de Kagame hacen que se esté reproduciendo la tensión étnica del 94 entre hutus y tutsis. Demasiado peligroso porque ahora, si Kagame actúa con un baño de sangre en su país ya no podrá evitarse que se sepa.

¿Es imposible cambiar algo? ¿Qué se puede hacer? Pues aprovechar ese punto flaco. Kagame necesita mantener su buena imagen a nivel internacional y desvelar que es un genocida mancharía su imagen. ¿Cómo? A Juan Carrero Saralegui, Presidente de la Fundación S'Olivar de Mallorca, se le ocurrió que se podría poner una querella criminal en la Audiencia Nacional española contra el FPR. Para ello se podía aprovechar el hecho de que el FPR había asesinado a 9 cooperantes y misioneros españoles que eran testigos de masacres que estaba cometiendo el FPR. Un grupo de organizaciones nos unimos a la iniciativa. En febrero de 2008 el juez de la Audiencia Nacional D. Fernando Andreu Merelles emitió órdenes de arresto internacional contra 40 altos mandos del FPR imputándoles los crímenes de genocidio y contra la humanidad entre otros. Indicaba que aunque consideraba que Kagame era el máximo responsable, su cargo de Presidente le otorgaba inmunidad.

Esta causa en la Audiencia Nacional española es un grano de arena que se ha introducido en el engranaje de la maquinaria y ahora ya no funciona todo tan bien: hace ruido. Por otra parte dentro de la UE hay gobernantes que no están tan de acuerdo con ese “trato de favor a costa de lo que sea” que se da a Kagame. Incluso dentro de NNUU hay también voces que ya no están dispuestos a consentir más con esta farsa. En julio Zapatero accedió a las voces que pedíamos que no recibiera a Kagame en la visita que éste hacía a nuestro país, después se filtró a la prensa un informe de NNUU en el que se hablaba del genocidio cometido por el FPR en el Congo, luego se filtró a la prensa otro informe semejante de NNUU que estaba embargado en los cajones de NNUU desde 1994... El tiempo empieza a jugar en contra de Kagame, pero al fin y al cabo Ruanda y Kagame no son la pieza de más alto nivel en este conflicto: son la mano ejecutora. Por encima hay otras “organizaciones” y Gobiernos que lo pusieron a él en el puesto y lo mantienen (como la administración de Bill Clinton y Tony Blair -que tras su cargo público se convirtió en asesor personal de Kagame-). Quizás en estos momentos éstos mismos estén buscando ya al sucesor de Kagame para que todo cambie, pero con la condición de que todo siga igual y que las responsabilidades de los millones de muertos recaigan sólo sobre Kagame.

Demasiadas afirmaciones para poder detallarlas más y poder documentarlas en este momento. Para obtener más información, detalles y referencias puede leerse el auto del juez Andreu disponible en http://www.veritasrwandaforum.org/ también leyendo nuestro libro “El genocidio del que no se habla” (disponible solo en http://www.umoya.org) o el muchísimo más completo y documentado de Juan Carrero “África, la madre ultrajada” (en librerías, editorial Milenio). También puede hallarse una selección escogida de documentos en http://www.bastadeimpunidadenruanda.org/

¡Ah! Se me olvidaba. ¿Será casualidad de que en un informe, NNUU acusara a Juan Carrero -el promotor de la querella en la Audiencia Nacional española contra Kagame y su cúpula militar- de estar financiando a las FDLR? La base de las pruebas era falsa, por supuesto.

El abandono del pueblo saharaui

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La España del avestruz


Mikel Basabe, Público.

Por lo que me cuentan –y quienes lo hacen saben de lo que hablan– en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf están debatiendo sobre el futuro. Me dicen que tienen dos opciones: “Irnos a la mierda o volver a la guerra”. Así de simple. Supongo que la comunidad internacional estará contenta.

Estará contenta de su incompetencia. El Frente Polisario está en tregua desde 1991 porque la comunidad internacional se comprometió a avalar una salida justa y pacífica del conflicto saharaui. Se comprometió a la realización de un referéndum de autodeterminación en el Sahara Occidental. Se comprometió, y no ha cumplido.

El mensaje de la comunidad internacional al pueblo saharaui ha sido nítido: si quieres que se cumpla la legalidad internacional, no cuentes con nosotros. Si quieres que se celebre el referéndum de autodeterminación que la legislación internacional te reconoce, no cuentes con nosotros. Si quieres ser independiente, ve a la guerra y gánala. Si no, vete a la mierda. Y eso es lo que me dicen los saharauis que están debatiendo: “Irnos a la mierda o a la guerra”.

Pero no nos engañemos: el inicio del problema no es que la comunidad internacional se llame andana y abandone por segunda vez a los saharauis. El inicio del problema está en el primer abandonó que sufrió el pueblo saharaui, abandono que todavía dura. España abandonó el Sahara y a los saharauis, acordando con Marruecos y Mauritania que estos se repartieran el territorio. Era el año 1975, 14 de noviembre, y Franco agonizaba. El jefe del Estado en funciones era Juan Carlos de Borbón. En vez de llevar a cabo un proceso de descolonización como era su obligación, regaló el territorio a marroquíes y mauritanos, y obligó al Frente Polisario a ir a la guerra contra esos dos estados.

Desde entonces, España no ha movido un dedo para remediar el mal que hizo. Ni uno solo de los gobiernos que se han turnado durante estos 35 años ha intentado que se cumpla la legalidad internacional. Todos han dado la espalda al pueblo saharaui y a la obligación que tenían y tienen de finalizar el proceso de descolonización del Sahara Occidental. Al principio, hace tres décadas, la excusa eran Ceuta, Melilla y las islas canarias, la reivindicación que Marruecos podía hacer sobre ellas. Hace unos años, la excusa era el tráfico de drogas: si Marruecos no ayudaba, el país se iba a llenar de drogas. Después fueron las pateras, cuyo flujo Marruecos parecía poder controlar a su antojo. Excusas. Excusas para no hacer frente a las obligaciones que España tiene. No que España tenía, no. Obligaciones internacionales que España sigue teniendo. Esa misma España que sigue sin reconocer la independencia de Kosovo porque la declaración de independencia vulneró la legalidad internacional, incumple las obligaciones que dicha legalidad internacional le reclama respecto al inconcluso proceso de descolonización del Sahara Occidental. Y si el Gobierno español no sabe cuáles son esas obligaciones, que se lo pregunte al Gobierno portugués. Portugal en ningún momento olvidó sus obligaciones con Timor Oriental, que fue invadido por Indonesia y privado de su independencia. Portugal jamás abandonó a Timor del Este y lideró el trabajo de la comunidad internacional para que ese pequeño país –15.000 kilómetros cuadrados y un millón de habitantes– pudiera acceder a la independencia a través de un referéndum de autodeterminación celebrado en 1999, en el que aproximadamente el 80% de la población apoyó la independencia.

Y es precisamente eso lo que hay que reclamar a España. Al Estado español. Que lidere la comunidad internacional para que el Sahara Occidental termine su proceso de descolonización con un referéndum de autodeterminación, tal y como se prevé en el derecho internacional. Para que el pueblo saharaui decida entre tener o no un estado independiente, y no entre irse a la mierda o a la guerra. Estas reflexiones me las hacía hace una semana, antes de nuestro abortado viaje a El Aaiún. Y antes también de que el ejército marroquí atacara militarmente un campamento de civiles.

Ahora es más urgente que nunca que España abandone su política del avestruz. Que nadie del Gobierno hable, por favor, de las reclamaciones legítimas de las dos partes, porque hay una parte, la saharaui, que tiene la legalidad de su parte, y otra, la marroquí, que no tiene legitimidad en sus posiciones. Que nadie hable de neutralidad, ni dé sensación de equidistancia. No porque no pueda España ser equidistante –que no puede, porque la legalidad internacional le obliga a no serlo–, sino porque es mentira que España esté siendo neutral, es mentira que España trate igual a las dos partes. Para ello, lo primero que tendría que hacer sería reconocer que el representante legal del pueblo saharaui es el Frente Polisario, y establecer relaciones diplomáticas con él. Que es precisamente lo que hizo la Sudáfrica de Nelson Mandela: reconocer la República Árabe Saharaui Democrática. Os acordáis del caso surafricano, ¿no? La comunidad internacional le impuso a Sudáfrica sanciones económicas y diplomáticas. Y llegó la democracia y se restauró la legalidad internacional, que propició, entre otras cosas, la independencia de Namibia, territorio ilegalmente ocupado por Sudáfrica.

España, hoy, tiene que mandar un mensaje claro: respeto a la legalidad internacional, solicitud a Marruecos para que permita organizar el referéndum de autodeterminación en el Sahara Occidental, apoyo a las legítimas exigencias del pueblo saharaui y liderazgo dentro de la comunidad internacional para que esta obligue a quien incumple la legalidad internacional a cumplirla sin más demora. En resumen, España debe dejar de jugar al avestruz.

Benedicto XVI (EL PAPA) en Barcelona.

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La visita del Inquisidor de la Fe


Juan José Tamayo, El País.

Cuenta el teólogo José María Díez-Alegría en su libro Teología en broma y en serio, ilustrado con las inconfundibles viñetas de Peridis (Desclée de Brouwer, Bilbao, 1975), que Pío XII ordenó hacer excavaciones arqueológicas debajo del altar mayor de la basílica de San Pedro en el Vaticano para comprobar si se encontraba allí el sepulcro del apóstol Pedro.

Lo que descubrieron los arqueólogos fueron cinco altares colocados uno debajo de otro y más abajo el sepulcro de Pedro en un huequecito excavado en el suelo y cubierto con unas tejas. Era, dice, “un sepulcro de esclavo, sin monumento alguno, situado en la parte de la necrópolis destinada a los extranjeros. Casi la fosa común”. Pero estaba vacío y no había rastro alguno de Pedro. ¿Qué había sucedido? Con su agudo sentido del humor, Díez-Alegría avanzaba la hipótesis siguiente: cuando le pusieron cinco altares uno encima de otro y una inmensa cúpula, Pedro se sintió incómodo y se marchó.

El viaje de Benedicto XVI confirma la rendición en España del poder político a la autoridad religiosa
¿Hipótesis descabellada la de Díez-Alegría? Quizá no tanto. Algo parecido había intuido ya Rafael Alberti en el poema Basílica de San Pedro, recogido en su libro Roma, peligro de caminantes, referido a una estatua de bronce, situada a la derecha de la nave central del Vaticano, que representa a Pedro con un pie ligeramente adelantado, cuyo metal está muy desgastado de tanto besarle los pies los visitantes de la basílica. He aquí el poema: “Di, Jesucristo, ¿por qué / me besan tanto los pies? / Soy San Pedro aquí sentado, / en bronce inmovilizado, / no puedo mirar de lado / ni pegar un puntapié, / pues tengo los pies gastados, / como ves. / Haz un milagro, Señor. / Déjame bajar al río, / volver a ser pescador, que es lo mío”.

La anécdota de Díez-Alegría y el poema de Alberti muestran la degradación que ha sufrido el papado a lo largo de su historia. Benedicto XVI, el Papa que visita ahora Santiago de Compostela y Barcelona, nada tiene en común con Simón Pedro, el pescador del lago de Tiberíades. Tampoco sigue las rigurosas recomendaciones de Jesús de Nazaret a los apóstoles: “No cojáis nada para el camino: ni bastón , ni alforja, ni pan ni dinero, ni llevéis cada uno dos túnicas [propio de gente acomodada]. Quedaos en la casa en que os alojéis [no ser exigentes en cuanto al alojamiento] hasta que os vayáis de aquel lugar. Y en caso de que no os reciban, sacudíos el polvo de los pies.

Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la buena noticia y curando en todas partes” (Lucas 9, 3-6). Pues bien, el viaje del Papa costará a los contribuyentes españoles 200.000 euros por hora, ¡qué contrasentido!

Benedicto XVI llega a España en su doble función de máxima autoridad religiosa del mundo católico y de jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano. Su elección fue obra de 114 “príncipes de la Iglesia”, sin consulta ni participación de la comunidad cristiana, lo que limita sobremanera su capacidad para representar a todos los católicos. Benedicto XVI ejerce su autoridad religiosa antidemocráticamente y la jefatura de Estado de la Ciudad del Vaticano con un poder absoluto superior al de los faraones egipcios, los emperadores romanos y los califas del Imperio Otomano.

Así lo reconoce la Ley Fundamental (Constitución) del Vaticano, que sustituye a la de 1929 y entró en vigor en febrero de 2001, siendo el cardenal Ratzinger presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe. En ella se establece que “el Sumo Pontífice, Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano, posee la plenitud de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial”, y que tiene “en exclusiva la facultad de conceder amnistías, indultos y perdones”.

Yo creo que el Vaticano como Estado y el autoritarismo papal son dos de los factores que más han contribuido al fracaso del cristianismo en su historia y que más escándalo generan entre los no creyentes, pero también entre no pocos cristianos evangélicos. Además, están en abierta oposición al Evangelio, que acusa a los jefes de las naciones de dominar al pueblo e imponer su autoridad (Marcos 10, 42-45), al tiempo que alejan, más que acercan, de la fe en Jesús de Nazaret. La desaparición del Vaticano es condición necesaria para la recuperación de la credibilidad de la Iglesia en el mundo actual.

Conforme a su doble condición, Benedicto XVI se reunirá con las máximas autoridades religiosas de la Iglesia española -cardenales, arzobispos y obispos- y las máximas autoridades políticas -reyes, presidente del Gobierno, etcétera- que lo recibirán con honores de jefe de Estado y participarán en los actos religiosos en lugares destacados, creando así una confusión de planos que nos retrotrae a épocas pasadas de nuestra historia.

Esas reuniones le servirán al Papa para ratificar los privilegios de los que goza la Iglesia católica: económicos, sociales, fiscales, jurídicos, educativos, sanitarios, militares, y para seguir dirigiendo la agenda religiosa del Gobierno de Rodríguez Zapatero, que se comprometió con Benedicto XVI a demorar -¿ad kalendas graecas?- la presentación a las Cortes de la nueva Ley de Libertad Religiosa y de Conciencia, que no es del agrado del Papa ni de los obispos españoles. De nuevo, el poder político rendido a la autoridad religiosa.

Juan José Tamayo Acosta es secretario general de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII y autor de En la frontera. Cristianismo y laicidad (Editorial Popular, 2010).