TPC: Toda Panamá Colonizada

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¿Crecimiento y certificación de quién y para quien? Toda Panamá Colonizada.
 
Como zombis asistimos a la algarabía que realizan los medios de comunicación locales e internacionales por la aprobación del Tratado de Promoción Comercial (TPC) de Estados Unidos con Panamá. Pero ¿qué es lo que está  en el fondo de estos acuerdos económicos y políticos que promueve USA y que los gobiernos clientes, como lo es el caso del gobierno de Panamá, se desesperan y angustian porque se los aprueben? ¿Quienes ganan y quienes pierden con este tipo de negocios y con este tipo de políticas?

Ingenuo sería tomar en serio toda la parafernalia que nos presentan sus promotores. El cuento del “desarrollo” y el cuento del “progreso” no es más que envoltorio; el papel de regalo que envuelve los verdaderos negocios y la verdadera política que inspiran y sustentan este tipo de acuerdos y pactos entre elites locales sumisas y elites internacionales asquerosas que cargan sobre sus espaldas las responsabilidades de los males de nuestra dependencia, mal llamada subdesarrollo.

Toda Panamá Colonizada es lo que en realidad vienen a significar las siglas del TPC o Tratado de Promoción Comercial. Revuelvan la mirada y el espanto los inundará. El empobrecimiento crece más que el cacareado crecimiento económico. La verdadera certificación de una economía desarrollada no puede fundamentarse en las cifras de los financistas. Mientras que en Panamá se pase hambre y sed en múltiples comunidades del campo y la ciudad, el crecimiento y las certificaciones positivas a la economía no son más que estupideces y elucubraciones de los mismos políticos que son los únicos que se benefician del “crecimiento”, de las “certificaciones” y ahora del TPC.

El gobierno de USA tiene queridas en varias partes del mundo, en Panamá siempre las ha tenido. La querida del actual periodo gubernamental, a pesar del maltrato que de hecho supone asumir el papel de la querida, se regocija con los “nuevos” amoríos que le promete la aprobación del TPC. El país se empobrece más y más, mientras la querida se engalana para disfrutar las ganancias que seguramente le dará el TPC, eso sí, con el ojo hinchado y la boca trompeada; después de devastar y destruir la poca industria, producción, manufactura, recursos naturales y dignidad nacional que aún nos queda como país. Nada es eterno, y Panamá, la querida, tampoco lo es.
         
Compartimos con Ustedes: EL TERCER ACTO, un escrito de Rodrigo Noriega sobre el TPC. Constituye un excelente y verdadero resumen del lamentable camino del Estado panameño, conducido por las elites serviles que se han servido de sus coqueteos y dependencias con los amos del Norte. Esta historia no termina aquí. Los INDIGNAD@S del mundo y de Panamá; los y las que no están dispuestas a ser  ”queridas” de nadie, siempre podremos cambiar la historia.   

El Tercer Acto 

En muy pocas horas el Tratado de Promoción Comercial entre Estados Unidos y Panamá se convertirá en Ley de Estados Unidos.  Con este hecho, se levanta el telón del tercer acto de la economía panameña.  El primer acto transcurrió de 1903 a 1989 y consistió en la conformación de un Estado capaz de manejar un territorio de importancia geopolítica global; el segundo acto empezó en 1990 y consistió en la recomposición del Estado panameño para las nuevas relaciones de interdependencia económica del mundo, una vez caído el muro de Berlín.

Desde 1990 se ha venido desmantelando al Estado panameño y a la propia economía panameña.  Primero, se privatizaron las grandes empresas públicas, luego las grandes empresas privadas nacionales fueron vendidas a transnacionales, posteriormente, una segunda generación de privatizaciones tales como la de los textos escolares, la recolección de la basura, la operación del servicio de transporte público y otras similares han producido un campo minado de cada vez más distantes relaciones de los ciudadanos con su economía y su política.  El ciudadano panameño es ante todo el consumidor panameño.  Así lo demuestra el exceso de propaganda política y estatal en todos los medios de comunicación.  El Gobierno de Panamá, es una marca más que entre teléfonos celulares, mueblerías, automóviles y restaurantes “vende” su imagen para que sus “clientes” recuerden o mantengan su fidelidad al producto electoral.

Panamá no necesitaba el TLC con Estados Unidos.  Las élites de Panamá si necesitan el TLC para poder completar la venta de sus empresas, y consolidar la transferencia de poder de la sociedad panameña hacia los cada vez más anónimos Mercados internacionales.  Estrella Azul ya no es panameña, sino mexicana; el Café Durán, es colombiano; Bonlac, es tica; Pascual, es colombiana; Cemento Bayano, es  mexicana; y las panameñísimas cervezas Balboa y Soberana, son sudafricana una, y holandesa la otra.  La telefonía es inglesa, y los celulares son españoles, irlandeses y mejicanos.  La electricidad la producen empresas estadounidenses, italianas y españolas.  Donald Trump no necesitó un TLC para invertir en Panamá, ni Dell o Caterpillar lo necesitaron para establecer sus importantes centros en Panamá, Starbucks compra café en Chiriquí sin necesidad de TLC.

¿Qué necesidad había de firmar el TLC?  Ninguna.  Quedaremos iguales que 13 otros países de América Latina y el Caribe.  Después de 17 años de TLC, México no puede exportar ni pollos ni jugos de naranja a Estados Unidos.  Siempre hay peros que resolver y por alguna razón los pollos mexicanos o sus naranjas tienen siempre problemas obteniendo la visa para cruzar al norte.  Sin embargo, 7 millones de empleos directos e indirectos desaparecieron de México por el NAFTA.  Algunos de los empleos perdidos cruzaron a nado el Río Grande y ahora son los indeseables inmigrantes que el Partido del Té quiere expulsar de Estados Unidos.  Otros de los miles de empleos perdidos aprendieron a generar nuevos ingresos en La pujante agroindustria del narcotráfico para la cual parece que el TLC ha funcionado muy bien.

El otro gran caso de “éxito” es Chile.  Ese gran país necesitaba un TLC no para exportar más, sino para evitar que exportase menos.  Desde las uvas, los vinos y salmones, ese país enfrentaba sistemáticamente ataques comerciales y bloqueos en las aduanas de Estados Unidos.  Si Chile no actuaba, su mercado de exportación tenía el reto de que todos los días se inventaran una nueva barrera o traba a sus productos y  los obligaran a regresar al puerto de origen.  Las estadísticas de exportación chilena hacia Estados Unidos se ven muy favorables en la actualidad porque el precio del cobre se quintuplicó desde la entrada en vigencia de su TLC, haciendo parecer que todas las exportaciones han crecido cuando en realidad es que sólo una ha aumentado sustancialmente de precio en el mercado internacional.  Por su lado, China, India, Japón, Brasil o Suiza no tienen TLC con Estados Unidos y Sus economías son vibrantes y cada vez más competitivas.

¿Cuáles serán los efectos para Panamá del TLC con Estados Unidos?  Los expertos asumen que la agricultura sufrirá muchísimo pero también lo harán otros muchos sectores que como la banca, los seguros, los bienes raíces, las gasolineras, farmacias y supermercados pronto cambiarán de dueño o se verán sometidos a una intensa competencia que los sacará del negocio.  No es fábula, ya que es lo mismo que pasó en México y en gran parte de Centroamérica.  Colombia ha reconocido que unas 350 mil PYMES están  en peligro de desaparecer por el TLC con Estados Unidos, que hasta 2 millones de empleos se podrán perder en este país.  El desempleo colombiano, bien puede venir a engrosar las filas de la informalidad panameña, con o sin operativos de migración “Panamá, Crisol de Razas”.

En Panamá el cambio más dramático lo vivirá el erario público que perderá casi 400 millones de dólares al año en aranceles de importación, y que obligará de alguna forma a una nueva reforma fiscal para suplir el duro golpe al presupuesto del Estado.  Además, los miles de desempleados de cuello blanco que producirán las compra-ventas  de las cadenas de supermercados, la tercerización de servicios por parte de los nuevos dueños de bancos, farmacias y gasolineras irán a engrosar las filas de los que dejaron de ser clase media en Panamá.

Desde 1983 se viene reduciendo el porcentaje de participación de los salarios de los trabajadores panameños en la economía.  De un casi 40% del PIB en 1983 hasta el 32% de la actualidad, los trabajadores panameños ganan hoy menos, a pesar de que son muchos más, pero la riqueza en Panamá se concentra, y los empresarios de ayer –si tienen suerte – se vuelven los rentistas de mañana.  La ansiedad que producía el Código de Trabajo se transforma en la ansiedad que produce Wall Street y las reformas fiscales.

Panamá no necesitaba el TLC.  Ya sucedió.  Ahora nos queda a los ciudadanos recuperar la política, al gobierno y al Estado.  Esa es la única puerta que nos queda abierta para que dejemos de ser simples consumidores para transformarnos en ciudadanos que administran su destino y gestionan su esperanza.
Las élites no saben realmente que han hecho, ni las consecuencias que traerá.  Nos corresponde al público desarrollar este tercer acto en nuestros términos y para nuestros fines.

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