Ganó Martinelli, pero también Jované


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Olmedo Beluche

El resultado de los comicios del 3 de mayo es contundente, ganó el empresario Ricardo Martinelli con el 60% de los votos. Ganó porque, como decía su slogan de campaña, el pueblo panameño quiere un “verdadero cambio”. Por una vía tal vez insospechada, este triunfo confirmó lo que decíamos algunos sectores del campo popular: desde la gran huelga en defensa de la Caja de Seguro Social, en 2005, el pueblo panameño rompió con los dos partidos centrales del régimen nacido de la invasión de 1989: el PRD y el Panameñismo.

El fiasco que representó el gobierno de Mireya Moscoso, con todos sus escándalos de corrupción, y la rápida decepción producida por Martín Torrijos en sus primeras medidas económicas, hizo que las ilusiones y esperanzas que enormes sectores del pueblo panameño tenían en ambos partidos, y el régimen “partidocrático”, se esfumaran. Hasta aquí Panamá seguía las mismas tendencias que vemos en otros países del continente. Muchos decían: “necesitamos un Chávez”.

Pero la dirigencia sindical, el movimiento social y la izquierda política no presentaron la propuesta que el momento exigía. Las diferencias sectarias, el divisionismo, el escepticismo, el abstencionismo político, la contraposición falsa entre lucha callejera y lucha parlamentaria, impidieron que cuajara la propuesta política que la necesidad histórica reclamaba. Tan sólo una fracción de los sectores populares y progresistas comprendimos los hechos e iniciamos la formación del Partido Alternativa Popular, a mediados de 2007, en medio de muchos de debates y limitaciones.

Pero hubo alguien que sí vio la ocasión y la aprovechó: Ricardo Martinelli. Este empresario conservador, con una hábil campaña publicitaria se fue apropiando del discurso que no levantó la inexistente propuesta de las izquierdas panameñas: calificó de “huesos viejos” a los “políticos de siempre”, que “entran pobres y salen millonarios”, y que han tenido “40 años sin resolver los problemas del pueblo panameño”. Así se fue consolidando el “populista de derecha” que acaba de ganar las elecciones, claro, ayudado por una falsa “izquierda” (calificativo inmerecido de la candidata del PRD) de “corazón” que reniega de su pasado y no podía proponer nada porque era “más de lo mismo”.

Pero hay una esperanza a futuro: el Prof. Juan Jované. Jované, encabezando una alianza de sectores populares, recién en octubre de 2008, inició la lucha por una candidatura presidencial independiente, contra los partidos tradicionales y su régimen antidemocrático. En pocos meses la campaña “Jované Presidente” demostró que desde la izquierda, el movimiento social y popular puede tener una propuesta de gobierno seria.

Aunque inconstitucionalmente el Tribunal Electoral impidió inscribir su candidatura, a pocos días de las elecciones, Jované y su equipo nos anotamos una victoria moral y política cuando la Corte Suprema nos dio la razón, rompiendo el monopolio de los partidos tradicionales en la postulación presidencial. Una victoria democrática.

Esta victoria democrática, el respeto adquirido, las manifestaciones populares de simpatía recogidas a lo largo del país hacia el proyecto político encabezado por Jované, es ya una realidad incontrovertible que no puede ser ignorada. Corresponde a los dirigentes populares administrar, consolidar y construir este proyecto para que, cuando el péndulo vuelva hacia el otro lado, a más tardar en 2014, digamos presentes.


El verdadero cambio sigue pendiente

Olmedo Beluche

Finalizaron las elecciones más escandalosas en 20 años de régimen “democrático”. Nunca antes a los principales candidatos a la Presidencia se les había levantado el fuero bajo sospecha de haber recibido dinero sucio para sus campañas. Nunca antes habían quedado al descubierto las mentiras de los dos principales candidatos a la alcaldía capitalina. Nunca hubo tantas diatribas, ni siquiera bajo el régimen de Noriega. Los mayores sólo encuentran referencias en los comicios de 1968.

La campaña deja un país polarizado que potencialmente podría conducir a una crisis mayor del régimen. La culpa principal de esta situación está en un sistema electoral probadamente antidemocrático, la “partidocracia”, hecho a la medida de políticos repudiados que han detentado el poder desde 1989.

La Corte Suprema de Justicia, tardíamente, le ha dado la razón al Prof. Juan Jované y a quienes apoyamos su postulación independiente a la Presidencia : los Magistrados del Tribunal Electoral se basaron en un artículo inconstitucional para negar su participación en los comicios. Con lo cual impidieron participar a la mitad de la ciudadanía, no inscrita en ningún partido, que hubiera deseado otras opciones electorales.

El “verdadero cambio” sigue pendiente. El cambio de un régimen electoral antidemocrático, que impide con diversas mañas la participación política de sectores distintos a la partidocracia corrupta. La moraleja de las elecciones es que se requiere una reforma profunda del Código Electoral. Esa reforma no puede estar en manos del Consejo de Partidos Políticos. Exigimos que los diversos sectores de la sociedad civil participemos de esas reformas.

Los votos de Ricardo Martinelli reflejan esta aspiración al cambio, además de la crisis de los partidos tradicionales, aunque él y los que le rodean son parte de los “huesos viejos”, por ende, no son “el verdadero cambio” al que el pueblo panameño aspira. Pronto su gobierno lo demostrará, desilusionando, como antes pasó con Endara, Balladares, Moscoso y Torrijos.

El “verdadero cambio” en la política económica y social también está pendiente. Las campañas sucias escondían que los principales candidatos no tenían diferencias de fondo. Ambos sólo propusieron el continuismo de las privatizaciones, el neoliberalismo, el país para beneficio de banqueros y comerciantes, y las migajas de la “Red de Oportunidades” para los pobres.

La campaña “Jované Presidente” demostró que los sectores populares sí tenemos una propuesta distinta para el país y podemos aspirar a ser gobierno. Corresponde a los dirigentes populares romper con el abstencionismo político, que lucha en las calles, pero regala los órganos de poder a los partidos de siempre.

Hay que acabar con el sectarismo que impide la unidad popular, para pasar de la actitud reactiva ante las medidas de los gobiernos, a la fase de construir una propuesta política seria. Aprendamos de otros pueblos de América Latina.

El “verdadero cambio” está por hacerse, pero necesita un partido político que lo represente. El Partido Alternativa Popular, en formación, abre sus puertas para construir la propuesta popular, democrática, antineoliberal y nacionalista que Panamá reclama. Tenemos, a lo sumo, cinco años para hacerlo, asumamos la responsabilidad.

(El autor es secretario general del Partido Alternativa Popular)

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