Los atentados en la Federación rusa.

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La doctrina Monroe rusa

Nazanín Amirian, Público.

Bajo el ruido de fondo de la yihad antirrusa de los talibán chechenos, Moscú pretende recuperar el Cáucaso, su patio trasero. En este corredor geopolítico que lleva a Europa hasta aguas caspias, está en marcha el oleoducto que, bajo la protección de la OTAN, empieza en Azerbaiyán, atraviesa Georgia y llega a Turquía para ser conectado luego con Israel.

El uso del terrorismo para mantener la tensión en esa zona está generando cambios políticos de gran alcance, a nivel regional y mundial.

Lo que se presenta como la amenaza del islamismo checheno, engendrado igual que Al Qaeda por la inteligencia norteamericana, sirve para que Putin y Medvédev se exhiban como garantes de la lucha contra el terrorismo. De paso, paralizan reformas, justifican los excesivos gastos militares, sacan tajada del aumento del precio del petróleo y consolidan su dominio sobre el espacio caucasiano. Esta zona comparte un destino común con Afganistán: está integrada en el Gran Juego alrededor de los disputados recursos petrolíferos del mar Caspio y es de vital importancia para los intereses políticos y económicos rusos.

Dentro de su estrategia para controlar el triángulo del petróleo entre el mar Negro, el Caspio y el golfo Pérsico, Washington dibuja el proyecto transafgano, un eje Norte-Sur hacia el Índico, y otro Este-Oeste hasta el Mediterráneo a través del Cáucaso, esquivando las rutas rusas para debilitar la influencia moscovita sobre la política internacional.

El Kremlin intentará consolidar un cordón sanitario en su exterior inmediato, toda vez que EEUU incumplió sus promesas de no ampliar la OTAN hacia sus fronteras, a cambio del apoyo ruso a la reunificación alemana.

Obama, infravalorando a los rusos, cree avanzar peones. Sugiere que si Rusia cooperara en la crisis de esa inmensa reserva energética que es Irán, EEUU revisaría su política en la región.

La venganza de dos muchachas viudas en el metro de Moscú no explica lo que sucede en el rompecabezas del Cáucaso, cuya etimología evoca la inaccesibilidad de sus montañas. Una gran barrera natural para el apetito predador de las potencias y una trampa mortal para los miles de vidas allí atrapadas.

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