El “no lugar” de la generación perdida
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De pequeños nos hicieron sentir culpables por tenerlo todo. Crecimos en la abundancia, rodeados de abuelos que nos recordaban el hambre y de padres que nos hablaban de represión: “tú lo tienes todo, nosotros no teníamos nada”. Y desde esa abundancia también le perdimos el amor a las cosas, y todo, hasta el mismo amor, se convirtió en desechable. Ahora, confusos y desorientados, en una sociedad que mira atrás, parece que no acabemos de entender qué hicimos mal, ¿nos ocurre esto porque le pedimos demasiados juguetes a los Reyes Magos? Hace diez años no teníamos ni la edad para beber, ¿quién se pegó la borrachera económica en nuestro lugar?
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