Represión en el Sahara occidental. La ONU no oye nada, no ve nada…


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Jean-Paul Le Marec, Le Grand Soir Traducido para Rebelión por Caty R.

Desde mayo de 2005, la población saharaui de los territorios ocupados por Marruecos en 1975 lleva a cabo una sublevación popular pacífica contra la ocupación y la colonización. A pesar de la violenta represión, que se traduce en detenciones, secuestros, torturas y desapariciones, regularmente se organizan manifestaciones para exigir el derecho a la autodeterminación. Esta movilización se ha extendido en las universidades marroquíes, donde los estudiantes saharauis multiplican las adhesiones. Los estudiantes padecen la misma represión: detenciones y duras penas de prisión tras juicios amañados. Tres de ellos, detenidos en la cárcel de Boulemharez, en Marrakech: Ibrahim Benaz, Ablagh Ali Salem y Abu Hassan Khallilena, condenados y encarcelados por participar en una manifestación, han seguido una huelga de hambre durante 56 días para denunciar sus deplorables condiciones de detención y reclamar los derechos de los presos políticos.

El muro de silencio de los medios de comunicación

Esas violaciones de los derechos humanos se denunciaron en la décima sesión del Consejo de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas del 2 al 27 de marzo en Ginebra por numerosas organizaciones internacionales: «Fondation France Libertés», Société internationale des droits de l’homme», «Mouvement International de jeunes et d’étudiants por les Nationes unies», «Fédération syndicale mondiale» (FSM). Pero los grandes medios de comunicación occidentales y los «intelectuales» que se autoproclaman defensores de los derechos humanos (muchos de ellos pasan sus vacaciones o fines de semana en Marruecos o poseen una casa allí) ¡no dicen ni una palabra! Este muro de silencio apenas se agrieta por dos informes recientes de la asociación estadounidense «Human Rights Watch» en diciembre de 2008 y de la delegación ad hoc del Parlamento Europeo en marzo de 2009. Esos dos informes, elaborados a partir de visitas sobre el terreno y de entrevistas con las asociaciones saharauis, confirman los testimonios de las misiones civiles de observación y de los abogados y magistrados presentes en los procesos de los militantes saharauis: el ejército de ocupación marroquí ejerce una política represiva contra la población saharaui, que no dispone de la libertad de expresión, de asociación y de manifestación; las violaciones de los derechos humanos están relacionadas con rechazo de las autoridades marroquíes a reconocer el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui. Incluso la reivindicación de este derecho en las declaraciones o manifestaciones está prohibida, reprimida y penalizada con la cárcel.

Francia, portavoz de Marruecos.

Frente a esta situación, cada vez más preocupante, numerosas asociaciones de derechos humanos saharauis e internacionales han solicitado una ampliación del mandato de la misión de las Naciones Unidas para el Sahara Occidental (MINURSO) para que se vigile el respeto de los derechos humanos. En efecto, los Cascos Azules de la ONU presentes en la zona no tienen derecho a intervenir ni siquiera cuando se maltrata a los saharauis en su presencia. Como ha señalado el representante de Uganda en el Consejo de Seguridad de la ONU: «En ese sentido, la MINURSO es la única misión de la ONU que no incluye un componente de «derechos humanos» a pesar de la enorme necesidad que existe sobre el terreno».

Las Naciones Unidas, que normalmente son las encargadas de aplicar el derecho internacional, en realidad sólo obedecen a las grandes potencias que defienden sus intereses económicos, comerciales y estratégicos. Este caso se da especialmente el caso en el Sahara occidental. A pesar de las numerosas intervenciones ante el Secretario General Ban Ki Moon y los miembros del Consejo de Seguridad, la resolución adoptada el 30 de abril por el Consejo de seguridad se conforma con prorrogar el mandato de la MINURSO durante un año más e invitar a Marruecos y al Frente Polisario a proseguir sus negociaciones. Una forma real de no hacer caso de las solicitudes prórroga del mandato de la MINURSO. Como precisó Ban Ki Moon: La MINURSO no tiene un mandato específico relativo a los derechos humanos y la Alta Comisaría de los Derechos Humanos no está presente en el territorio.

Los saharauis pueden seguir sufriendo la ocupación, ver cómo se prohíben sus asociaciones, padecer torturas y encarcelamientos; la ONU cierra los ojos y deja las manos libres a Marruecos.

Una vez más, el gobierno francés es el mejor portavoz de Marruecos en los foros de la ONU. Como señaló el diario Le Monde del 4 de mayo, es Francia quien ha «bloqueado el dossier de los derechos humanos» y quien ha rechazado que «el Consejo de Seguridad de la ONU prorrogue el mandato de los Cascos Azules». También ha sido Francia, por medio de su representante en la ONU, Jean Maurice Ripert, quien ha apoyado sin reservas el plan de autonomía de Marruecos que hace escarnio del derecho internacional basado en el derecho de los pueblos a disponer de sí mismos, es decir, el derecho a la autodeterminación.

Debe proseguir la movilización ante las Naciones Unidas y los gobiernos de la Unión Europea (prioritariamente ante el gobierno francés) para el establecimiento de un mecanismo internacional que proteja a la población saharaui. Dicha movilización, por supuesto, deberá exigir el reconocimiento del derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui con la celebración de un referéndum que le permita decidir sobre su futuro entre la adhesión a Marruecos, la autonomía bajo soberanía marroquí o la independencia. Si ese referéndum, que debería haber organizado la ONU en 1992 en paralelo con el alto el fuego aceptado por el Frente Polisario, se sigue posponiendo indefinidamente, ¿no habría que temer un retorno a la guerra para conseguir que se reconozcan los derechos del pueblo saharaui? Eso es lo que recuerda el secretario general del Frente Polisario, Mohamed Abdelaziz, en el periódico argelino Jeune Indépendant: «La opción de la vuelta a la guerra está presente en el Frente Polisario en el caso de que fracasen las negociaciones.

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